3 leyendas de Tamaulipas para tener pesadillas
Conoce estas leyendas de Tamaulipas de terror en las que encontrarás a personajes como el Jinete sin cabeza y a Marielena, la mujer que bailó con el diablo.
Te compartimos 3 leyendas de Tamaulipas de terror para que las compartas con tu familia y/o amigos y pasen una velada terrorífica. Encontrarás desde la versión tamaulipeca del jinete sin cabeza hasta la de una mujer que se dice que bailó con el mismísimo diablo.
La famosa leyenda de Tamaulipas del Jinete sin cabeza
De acuerdo con esta leyenda, hace más de un siglo, cerca de la Estación Zaragoza, en Llera, había un matrimonio feliz y afortunado. Ambos eran dueños de un rancho próspero y repleto de cabezas de ganado y árboles de fruta. La abundancia se notaba a leguas, además de que tanto el hombre como su mujer eran de una belleza indescriptible, así como de gran cultura pues ella hablaba varios idiomas.
Sin embargo, aquella felicidad fue interrumpida por la llegada de un soldado de caballería extranjero. Se trataba de un joven muy atractivo que aseguraba estar huyendo de la guerra en Estados Unidos. Sólo pedía un poco de agua y comida para partir hacia la Ciudad de México e intentar enlistarse al ejército mexicano pues no sabía hacer otra cosa.
El matrimonio lo acogió y le dieron refugio, pero el tiempo pasó y él no se iba. Empero, al ser un hombre sumamente servicial y trabajador, nadie lo echó. Todo parecía normal hasta que el señor del rancho encontró a su esposa en brazos de aquel extranjero al que le había abierto las puertas de su casa.
Su coraje fue de tal grado que en seguida llamó a sus hombres para detener y colgar en ese instante a aquel norteamericano. Una vez fallecido, mandó a que lazaran sus pies a un caballo y a estirar el cuerpo hasta que se desprendió la cabeza.
Con su mujer fue más benévolo pues sólo la corrió de su casa para siempre.
Desde entonces se dice que por esos rumbos se aparece un jinete sin cabeza con uniforme de militar extranjero. Hay quienes dicen que busca su propia cabeza para descansar en paz, mientras otros aseguran que lo que de verdad desea es recuperar a la mujer de la que se enamoró.
La bailadora del maligno
Una de las leyendas de Tamaulipas más perturbadoras es la de la bailadora del maligno. Según se cuenta, esta historia sucedió a mediados del siglo XX en el salón de la Sociedad Mutualista de la Colonia Mainero en Ciudad Victoria.
En aquel entonces era común que cada sábado se ofrecieran ostentosos bailes en los que abundaban las muchachas y muchachos solteros. Se reunían ahí para conocerse y, si todo marchaba bien, hacer planes para casarse.
Era bastante común que los jóvenes acudieran a esos eventos. Sin embargo, había una joven en particular que no los frecuentaba porque consideraba que aquellas reuniones eran frívolas y superficiales. Su nombre era Marielena y trabajaba como secretaria en una oficina gubernamental.
Y aunque Marielena siempre se negaba a ir a los bailes, un día por fin se animó y fue acompañada de sus amigas. La gente que la conocía no podía creer que ella estuviera ahí, aunque pronto se acostumbró a su presencia. El ambiente estaba animado y todos bailaban al ritmo de la orquesta de Los Gatos Negros de Tampico.
La noche avanzó, pero por más que invitaban a Marielena a bailar ella no accedía hasta que apareció un hombre muy guapo y de tal elegancia que destacaba entre todos los pretendientes. Aquel desconocido portaba detalles de oro en su ropaje y llevaba guantes en pleno verano.
Cuando aquel caballero invitó a Marielena a bailar, despertando así la envidia de todas las presentes, ella accedió sin dudarlo. Mientras bailaban ella preguntó por los guantes, pero él respondió con galantería «son para no dañar en lo más mínimo su bella piel de terciopelo, señorita». Por supuesto Marielena quedó encantada con tal cumplido.
Las horas siguieron transcurriendo hasta que se hizo demasiado tarde y Marielena y sus amigas decidieron volver a casa. De inmediato, aquel galante desconocido se ofreció a acompañarlas para que no les pasara nada en el camino. Todo iba de maravilla hasta que el galán de guantes blancos dejó que avanzaran las amigas de Marielena y la retuvo a solas con el pretexto de despedirse.
Parecía que el hombre tenía una gran prisa, por lo que entre la penumbra de la madrugada se quitó los guantes, abrazó con fuerza a Marielena y le dio un beso en los labios. Segundos después desapareció.
Aturdida, Marielena corrió al encuentro con sus amigas y sin poder explicar porqué les dijo que se sentía muy mal. Por el escándalo se acercó un velador con su lámpara y todos gritaron de horror al ver a Marielena. La pobre estaba bañada en sangre por las heridas que tenía en todo el cuerpo. Parecía que alguna fiera salvaje la había atacado al grado de dejarla medio muerta.
Al otro día, en el lugar en el que Marielena y aquel galán se habían despedido unos transeúntes encontraron una pata de gallo con plumas chamuscadas y los ropajes que llevaba aquel hombre, pero quemados y con un profundo y terrible olor a azufre.
En cuanto a Marielena hay quienes aseguran que la pobre no sobrevivó a sus heridas, mientras otros dicen que toda su familia y ella se mudaron para siempre por el miedo de saber que Marielena bailó con el mismísimo diablo.
La Calle de la Amargura, una de las leyendas de Tamaulipas más tristes
Esta leyenda de Tamaulipas nos remonta al año de 1864 en el que el sanguinario militar francés Charles Dupín llegó a México junto con el Mariscal Francois Bazaine y sus tropas. Aquel ejército aún es recordado por haber sembrado el terror y las peores atrocidades en el puerto de Tampico.
Aquellos terribles franceses no tenían piedad por nadie. Por su parte, la resistencia tamaulipeca era comandada por los guerrilleros Pedro José Méndez, Juan José de la Garza y Ascensión Gómez.
En ese contexto de injusticias y verdaderas atrocidades vivía, cerca de la Laguna del Carpintero, una ancianita llamada Matilde, quien era viuda y madre de tres hijos: Julián, Agustín y Santiago. Matilde había educado a sus hijos de tal forma que los hizo valientes y patriotas, por lo que, al ver tanto dolor en su pueblo por culpa de los invasores, se levantaron en armas.
Se cuenta que Julián se convirtió en el más aguerrido de los hermanos y se unió a la lucha contra la invasión de Maximiliano. Empero, al enterarse el general Dupín mandó a cazar a los hermanos.
El primero en caer fue Julián y su tropa. Cuando Dupín los tuvo en su poder los torturó de todas las maneras imaginables e incluso les quitaron la piel de la planta de los pies y los obligaron a caminar sobre las piedras que parecían fuego. Finalmente los mataron.
Después, Dupín mandó a perseguir a Santiago y a Agustín y a apresarlos. Al enterarse, doña Matilde visitaba a sus hijos para llevarles comida y suplicarle a los soldados franceses para que tuvieran piedad de ellos. Sin importar cuánto se humillara aquella pobre señora, los franceses sólo se reían.
Finalmente, y sin previo aviso, Dupín mandó ejecutar a los hijos de doña Matilde. Se dice que la pena de aquella pobre mujer fue tanta que la acompañó incluso después de su muerte. Desde entonces su alma pena en busca de justicia por la que calle conocida como La Calle de la Amargura (actualmente calle Doctor Alfonso G. Alarcón).
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