Los barcos de vapor que navegaron en la Ciudad de México
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Los barcos de vapor que navegaron en la Ciudad de México

Ciudad de México
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Aunque parezca difícil de creer, los barcos de vapor navegaron por la Ciudad de México durante varios años. Benito Juárez fue uno de los que impulsó este transporte.

En 1869 el presidente Benito Juárez subió al barco de vapor Guatimoc para realizar la primera travesía de este navío por los canales de la Ciudad de México, que por aquellos años aún no habían sido desecados por el gobierno para convertirlos en calles.

Pero cuando el barco realizaba la travesía por el ahora extinto Canal de la Viga una de las calderas estalló, provocando el pánico entre el gabinete presidencial y los tripulantes de la embarcación, quienes al momento creyeron que podría tratarse de un atentado, pero no, el mandatario de origen oaxaqueño salió ileso.

El Guatimoc no fue el primer vapor que navegaba por los canales de la Ciudad de México, la presencia de este tipo de navíos europeos en la ciudad había empezado 19 años atrás cuando el empresario Mariano Ayllón introdujo el primero de ellos al que llamó La Esperanza.

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Quienes se subieron a esa embarcación o al menos la observaron a la orilla del lago se sintieron como en Europa o Estados Unidos, en donde aquella tecnología se había empezado a implementar incipientemente solo unos 50 años atrás, cuando el inventor norteamericano Robert Fulton lanzó al Sena un barco impulsado por una rueda de paletas empujadas por vapor, con no muy buenos resultados.

Mariano Ayllón ensanchó zanjas y adecuó canales, elevó puentes y profundizó el lago para que nada obstaculizara las travesías de los vapores,  empezó a ofrecer viajes para las clases altas de la Ciudad de México hasta Chalco, en el Estado de México, en un trayecto aproximado de cuatro a cinco horas, tiempo en el que la gente comía, bebía y bailaba.

Claro, que el servicio no podía escapar a las clases, había viajes para pobres y para ricos, las variantes eran el tipo de música y las paradas en bellos sitios para descansar o recibir refrigerios.

Los vapores incrementaron también su número y rutas, unos salían de la Guadalupe Hidalgo, hoy La Villa en la Gustavo A. Madero, mientras que otros más recorrían los canales que antes había en San Ángel, Tlalpan, Santa Anita, Ixtacalco y los vergeles de Xochimilco.

Más dueños de vapores entrarón a competir por los pasajeros ansiosos de recorrer el lago mexicano los domingos, trajineras y barcos de vapor navegaban al mismo tiempo, por lo que los problemas no tardaron en llegar, como el alto tránsito en canales y la pérdida de profundidad con la constante remoción de fango del fondo por parte de los remeros. 

En 1890 el presidente Porfirio Díaz, acompañado de todo su gabinete, inauguró una nueva línea de barcos de vapor, sería el último mandatario que lo haría, al poco tiempo se aplicó la política gubernamental de desecación del lago y solo quedaron algunos en Xochimilco, pero los vapores desaparecieron.   

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