‘Nican Mopohua’: el bello relato en náhuatl de las apariciones de la Virgen de Guadalupe
El 'Nican Mopohua' es el texto en náhuatl que da testimonio de las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Muy estudiado y discutido, este relato constituye uno de los mejores ejemplos de la conjunción entre historia y tradición.
La Virgen de Guadalupe es la devoción religiosa más importante de México. Y es tanta su fuerza, que rebasa el horizonte católico. Nacida del sincretismo religioso entre los antiguos cultos mesoamericanos y el cristianismo, personas que inclusive son no-creyentes o agnósticos, se reconocen como guadalupanos. Pero nada de esto tendría sentido sin el relato que dio noticia de sus apariciones. Se trata del Nican Mopohua, un hermoso texto escrito en náhuatl.
El Nican Mopohua
Nican Mopohua (Aquí Se Narra), es el nombre con el que se conoce al relato en náhuatl de las apariciones de la Virgen Santa María de Guadalupe a Juan Diego, en el cerro del Tepeyac, al norte de la actual Ciudad de México, a partir del 12 de diciembre de 1531. El título en realidad son las dos primeras palabras con la que comienza este relato.
Además, el Nican Mopohua está contenido en un libro más extenso, el Huei tlamahuiçoltica omonexitì in ilhuicac tlàtòcaçihuapilli Santa Maria totlaçònantzin Guadalupe in nican huei altepenahuac Mexìco itocayòcan Tepeyacac (El gran acontecimiento con que se le apareció la Señora Reina del cielo Santa María, nuestra querida Madre de Guadalupe, aquí cerca de la Ciudad de México, en el lugar nombrado Tepeyac).
El Huei Tlamahuiçoltica consta de treinta y seis fojas. Fue publicado en 1649 por el bachiller Luis Lasso de la Vega, quien fue vicario de la capilla del Tepeyac. Contiene, entre otras cosas, el Nican Mopohua y el Nican Motecpana, de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, que enlista algunos milagros de la Virgen de Guadalupe.
Antonio Valeriano: el autor del Nican Mopohua
De acuerdo al propio Lasso de la Vega, el Nican Mopohua fue escrito en el siglo XVI por Antonio Valeriano, descendiente de la nobleza mexica e ilustre colaborador de fray Bernardino de Sahagún en la escritura de su magna obra, la Historia general de las cosas de la Nueva España. Este trabajo, fue recabado oralmente de una gran cantidad de informantes nahuas. Justamente en este sentido, el vicario señaló que Valeriano recogió de boca del propio Juan Diego, el testimonio de las apariciones de la Virgen.
Actualmente, es ampliamente aceptado que el relato original fue escrito en 1556. Se han encontrado copias tempranas del testimonio mariano, fechadas precisamente en aquél año. Una está en la Biblioteca Pública de Nueva York, y otra en el Centro de Estudios de Historia de México Carso. Especialistas en el tema, como lo fueron los historiadores Miguel León-Portilla y Edmundo O´Gorman, concordaron que el texto publicado en 1649, pudo ser la retranscripción modificada de una narración original escrita en náhuatl en el siglo XVI por Antonio Valeriano.
El contexto histórico. La evangelización
Es muy interesante conocer el contexto histórico de la escritura del Nican Mopohua. Y es que el año de su muy segura redacción, 1556, se sitúa en medio de la pugna que hubo entre el Arzobispo de México, el dominico Alonso de Montúfar, con los frailes franciscanos.
Para entender todo esto, es necesario retroceder hasta los diez años posteriores a la caída de Mexico-Tenochtitlan. Los franciscanos fueron la primera orden religiosa en llegar a la Nueva España y la encargada de iniciar la evangelización de los pueblos mesoamericanos. Para ello, promovieron la sustitución de las antiguas deidades por advocaciones marianas o santos. Sin embargo, para el año 1540 estaban combatiendo lo que antes impulsaban. Los pueblos originarios habían desarrollado un culto centrado en las imágenes, particularmente las de María.
Los frailes franciscanos, que eran cristocéntricos, vieron esto como idolatría. En lugares como Tlaxcala, destruyeron efigies de santos y vírgenes. Pero el principal punto de este tipo de cultos heterodoxos fue el cerro del Tepeyac, donde se empezó a venerar a la Virgen de Guadalupe, hecho que tenía como trasfondo el fervor en dicho sitio por la antigua diosa Cihuacóatl.
La pugna
Posteriormente, con la llegada de Montúfar en 1554, éste decidiría centralizar el poder del arzobispado. Para ello, quiso subordinar la autonomía franciscana y empezar a cobrar el diezmo a los indígenas. Además, enterado de las historias de las apariciones en el Tepeyac, empezó a promover el culto formal a esta advocación mariana. Ante esto, los franciscanos le acusaron de instigar la idolatría hacia una imagen pintada, de la cual no había constancia de sus milagros.
Es en medio de todo esto, que historiadores como Edmundo O´Gorman o Rodrigo Martínez Baracs, han propuesto que gracias al consejo del humanista Francisco Cervantes de Salazar, el arzobispo convocó a Antonio Valeriano y otros letrados del Colegio de Santa Cruz Tlatelolco, para recoger los testimonios sobre las apariciones de la Virgen del Tepeyac. Se hablaría más bien no de un Juan Diego, sino de varios «Juan Diegos», informantes anónimos, que narraron a Valeriano sobre lo que habían visto. Evidentemente, sus historias parecen ser reminiscencias de las apariciones de la deidad mexica Tonantzin Cihuacóatl, en época prehispánica. Gracias a todo ello, se instalaría un culto formal y oficial a la Virgen de Guadalupe alrededor de 1556.
Legado
Aunque es muy extensa la investigación, el debate y todo lo que gira alrededor del Nican Mopohua, es innegable su belleza. Haciendo acopio de recursos narrativos y metafóricos típicos del náhuatl, en este texto se dejó constancia de los milagros de la Guadalupana. Por ello también se ha especulado que probablemente, el testimonio tenía un fin didáctico, a fin de ser el guion de un auto-sacramental.
Bajo esta idea, tendría sentido porque Juan Diego en la narración, pareciera encarnar elementos dramáticos, o porque hay una entrada titulada «Ambientación». Esto también explicaría porque la historia de la Virgen de Guadalupe fue asimilada tan profundamente, hasta nuestros días. Además de ser una inercia histórica, social y religiosa, fue un testimonio dramatizado de una serie de portentos divinos. Y es que por muchos, hasta por los no creyentes, son recordadas líneas del relato como esta:
¿Cuix amo nican nica nimonantzin ¿Cuix amo nocehuallotitlan, necauhyotitlan in tica ¿Cuix amo nehuatl nimopaccayeliz Cuix amo nocuixanco nomamalhuazco in tica ¿Cuix oc itla in motech monequi
¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre? ¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría? ¿Qué no estas en mi regazo, en el cruce de mis brazos? ¿Por ventura aun tienes necesidad de cosa otra alguna?