¿Qué hacer en Otumba, Estado de México?
Otumba fue la capital otomí y lugar de descanso para virreyes; actualmente, es sede de un original festejo donde se rinde tributo al burro, un animal que se encuentra en peligro de extinción.
Olvídate de la rutina y escápate:
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Otumba, Estado de México, es un destino que posee un rico legado desde los más antiguos tiempos indígenas cuando fue casa del señorío de Acolhuacan o como escenario del suceso de La Noche Triste donde Cuitláhuac venció a Hernán Cortés.
Fue estación virreinal a la llegada del Conde de la Coruña Lorenzo Suárez de Mendoza en 1580. Aquí se transfería el poder de manera simbólica a los nuevos virreyes. Ya en una época más reciente, fue cuna del gran pintor Gonzalo Carrasco, alumno del célebre paisajista José María Velasco.
Conoce más de Otumba
Tras la derrota de Hernán Cortés en Tenochtitlan, los españoles que se dirigían a tierras tlaxcaltecas, fueron interceptados en los llanos de Otumba por un grupo de guerreros tenochcas, tepanecas, xochimilcos entre otros.
De esta manera se enfrentaron por cuatro horas españoles y mexicas, hasta que Hernán Cortés atacó al tepuchtlato Cihuacóatl Matlatzincátzin, el más alto y adornado de los guerreros aztecas y por tanto indicio claro de que era el jefe supremo de su ejército.
Por primera vez en la historia de la conquista de México, los españoles realizaron una modesta carga de caballería formada por 13 jinetes que se abalanzaron sobre Cihuacóatl; Cortés lo derribó de las andas y fue rematado de un espadazo por el soldado Juan de Salamanca.
Con la muerte del tepuxhtlato, el temor se apoderó del ejército azteca, que rompió filas y huyó. Sin lugar a dudas este acontecimiento fue una pieza clave en la historia de México y del continente americano. Por ello a Otumba se le llega a denominar “La Heróica Otumba”.
¿Qué hacer en Otumba, Estado de México?
1. Descubre sus artesanías
Las manos de sus habitantes se distinguen por los excelentes trabajos de ebanistería y tallado de maderas finas y elegantes; también podrás apreciar los objetos hechos a base de obsidiana, ónix y vidrio estirado. Por ello, te recomendamos comprar sus hermosas artesanías.
2. Visita el Templo de la Purísima Concepción
Construido bajo una plataforma prehispánica, los franciscanos edificaron este templo y convento que por su arquitectura del siglo XVI se ha convertido en uno de los edificios más importantes y visitados. La portada de estilo plateresco tiene un arco enmarcado por delgadas columnas que se levantan entre guías vegetales y flores.
La puerta está rodeada por un alfiz con la forma de una cordón franciscano, diseño que también puedes observar en la ventana del coro. En el interior apreciarás una bóveda de cañón corrido, probablemente repuesta en el siglo XVIII.
A un costado del templo se encuentra la portería del convento que en un tiempo fue la Capilla Abierta. El viejo claustro muestra los restos de una arquitectura sencilla y de pinturas murales.
3. Conoce el Ex Convento de Oxtotipac
Tras la conquista, la orden franciscana inició la evangelización; de esta época es el convento, sin duda uno de los ejemplos más puros del plateresco mexicano. Además, es elegante en su sencillez y fue levantado sobre un teocalli prehispánico, consagrado a San Nicolás de Bari.
Si lo miras por primera vez, comprobarás que la fachada recuerda un relicario con sus dos rosetones octagonales, las columnas al interior muestran un delicado trabajo al labrar la piedra, o la portería del convento que tiene cinco arcos con finísimas columnas.
Su fachada data de 1675 y rompe con la austeridad de las construcciones franciscanas, los motivos que predominan son los vegetales y al interior puedes apreciar cómo se entrelazan los ornamentos renacentistas y los elementos románicos, con los propios de la cultura otomí, reflejados al interior con las dos bellísimas pilas bautismales, una de ellas del siglo XVI.
De esta manera verás cómo se engarzan magistralmente la concepción de dos mundos. Una peculiaridad de este monasterio son sus pequeñas dimensiones que rompen con los estándares de las otras órdenes religiosas y de los propios franciscanos en la edificación de sus conventos. El convento se localiza 5 kilómetros al noreste del centro, y es el mayor atractivo de este municipio que no debes perderte en tu visita.
4. Visita el Museo Gonzalo Carrasco
El museo regional se encuentra en lo que fuera la casa donde nació Gonzalo Carrasco. Está ubicado a un costado de la Plaza de la Constitución; tiene once salas en las que aloja una extensa colección de objetos prehispánicos de la cultura azteca, teotihuacana y otomí.
En dicho recinto se exhiben fotografías de algunos códices prehispánicos, de construcciones civiles y religiosas, de la construcción del ferrocarril de Otumba, de la elaboración del pulque y las haciendas productoras de esta bebida.
Hay un sala dedicada a la obra pictórica de Gonzalo Carrasco también encontrarás una reseña bibliográfica y muebles originales. Como parte del museo, verás una antigua tienda que vendía de todo, propiedad de este artista.
5. Descubre el Palacio Municipal de Otumba
El edificio que ocupa el Palacio Municipal es una sobria construcción de aspecto colonial; presenta en la fachada los arcos que parecen sostener al segundo nivel, con ventanas y balcones de herrería que dan hacia el jardín central. La construcción remata el edificio con balaustras propias del siglo XIX, pues fue reconstruido en ese siglo y remodelado posteriormente respetando el estilo original.
6. Escápate al Acueducto del Padre Tembleque
En el municipio de Nopaltepec, muy cercano a Otumba, se encuentran los Arcos del Padre Tembleque. Se trata de una construcción insólita que nadie debe perderse. A mediados del siglo XVI, el fraile franciscano Francisco de Tembleque se dio a la tarea de llevar agua al entonces sediento pueblo de Otumba y para ello construyó un acueducto de 40 km de largo desde las cercanías del pueblo de Zempoala en Hidalgo.
La titánica obra le tomó cerca de 17 años, a pesar de que varias comunidades de indígenas de la zona colaboraron en los trabajos. La parte más visible e impresionante del acueducto es la arquería que aquí se levanta, y que permitió por 200 años el paso del agua de un lado al otro de la barranca.
En su parte más alta, esta arquería alcanza los 39 metros (el equivalente de una torre de más de diez pisos). Sobre las rocas basálticas de los arcos son visibles decenas de glifos, fechas o inscripciones del antiguo método de escritura que parecen ser emblemas de los pueblos que participaron en su construcción.
7. Visita Burrolandia
Burrolandia es un santuario dedicado a preservar a uno de los animalitos mexicanos más icónicos y que actualmente se encuentra en peligro de extinción. Aquí podrás disfrutar de diferentes actividades, así como convivir con simpáticos équidos. ¡Es el plan perfecto para disfrutar en familia!
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Templo de la Purísima Concepción
Construido bajo una plataforma prehispánica, los franciscanos edificaron este templo y convento que por su arquitectura del siglo XVI se ha convertido en uno de los edificios más importantes y visitados. La portada de estilo plateresco tiene un arco enmarcado por delgadas columnas que se levantan entre guías vegetales y flores. La puerta está rodeada por un alfiz con la forma de una cordón franciscano, diseño que también puedes observar en la ventana del coro. En el interior apreciarás una bóveda de cañón corrido, probablemente repuesta en el siglo XVIII. A un costado del templo se encuentra la portería del convento que en un tiempo fue la Capilla Abierta. El viejo claustro muestra los restos de una arquitectura sencilla y de pinturas murales.
Ex Convento de Oxtotipac
Tras la conquista, la orden franciscana inició la evangelización, de ésta época es el convento, sin duda uno de los ejemplos más puros del plateresco mexicano, elegante en su sencillez, fue levantado sobre un teocalli prehispánico, consagrado a San Nicolás de Bari. Si lo miras por primera vez, comprobarás que la fachada recuerda un relicario con sus dos rosetones octagonales, las columnas al interior muestran un delicado trabajo al labrar la piedra, o la portería del convento que tiene cinco arcos con finísimas columnas. Su fachada data de 1675 y rompe con la austeridad de las construcciones franciscanas, los motivos que predominan son los vegetales y al interior puedes apreciar cómo se entrelazan los ornamentos renacentistas y los elementos románicos, con los propios de la cultura otomí, reflejados al interior con las dos bellísimas pilas bautismales, una de ellas del siglo XVI. De esta manera verás cómo se engarzan magistralmente la concepción de dos mundos. Una peculiaridad de este monasterio son sus pequeñas dimensiones que rompen con los estándares de las otras órdenes religiosas y de los propios franciscanos en la edificación de sus conventos. El convento se localiza 5 kilómetros al noreste del centro, y es el mayor atractivo de este municipio que no debes perderte en tu visita.
Museo Gonzalo Carrasco
El museo regional se encuentra en lo que fuera la casa donde nació Gonzalo Carrasco. Está ubicado a un costado de la Plaza de la Constitución, tiene once salas en las que aloja una extensa colección de objetos prehispánicos de la cultura azteca, teotihuacana y otomí; exhibe fotografías de algunos códices prehispánicos, de construcciones civiles y religiosas, de la construcción del ferrocarril de Otumba, de la elaboración del pulque y las haciendas productoras de esta bebida. Hay un sala dedicada a la obra pictórica de Gonzalo Carrasco también encontrarás una reseña bibliográfica y muebles originales. Como parte del museo, verás una antigua tienda que vendía de todo, propiedad de este artista.
Palacio Municipal
El edificio que ocupa el Palacio Municipal es una sobria construcción de aspecto colonial; presenta en la fachada los arcos que parecen sostener al segundo nivel, con ventanas y balcones de herrería que dan hacia el jardín central. La construcción remata el edificio con balaustras propias del siglo XIX, pues fue reconstruido en ese siglo y remodelado posteriormente respetando el estilo original.
Acueducto del Padre Tembleque
En el municipio de Nopaltepec, muy cercano a Otumba, se encuentran los Arcos del Padre Tembleque. Se trata de una construcción insólita que nadie debe perderse. A mediados del siglo XVI, el fraile franciscano Francisco de Tembleque se dio a la tarea de llevar agua al entonces sediento pueblo de Otumba y para ello construyó un acueducto de 40 km de largo desde las cercanías del pueblo de Zempoala en Hidalgo. La titánica obra le tomó cerca de 17 años, a pesar de que varias comunidades de indios de la zona colaboraron en los trabajos. La parte más visible e impresionante del acueducto es la arquería que aquí se levanta, y que permitió por 200 años el paso del agua de un lado al otro de la barranca. En su parte más alta, esta arquería alcanza los 39 metros (el equivalente de una torre de más de diez pisos). Sobre las rocas basálticas de los arcos son visibles decenas de glifos, fechas o inscripciones del antiguo método de escritura que parecen ser emblemas de los pueblos que participaron en su construcción.