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5 placeres retro-chic en la ciudad de Puebla

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Famosa por su notable arquitectura virreinal, así como por su deliciosa gastronomía, la “ciudad de los ángeles” ofrece varios rincones ideales para disfrutar de su historia, arte y exquisiteces (al estilo vintage). ¡Descúbrelo!

1. Instálate en un hotel ecléctico

Elegimos esta vez El Sueño (por mera recomendación) y descubrimos pausadamente, como se paladea un buen vino, cada una de sus virtudes que son adorables. La propiedad está formada por dos predios unidos por la venturosa transacción de sus dueños. En principio se decidió respetar las características típicas de las casonas poblanas de la época con una propuesta minimalista y colores neutros para crear espacios eclécticos y diferentes, sin embargo, en una segunda etapa, se inclinaron por interiores maximalistas, colores brillantes, muebles afrancesados, terciopelos, candiles y otros detalles que hacen de un simple rincón un tema de fotografía. Los estilos son muy variados, ya que cada habitación es diferente (minimalista, barroca, afrancesada, romántica-clásica), la cuestión es decidir en cuál te sentirás más a gusto, por lo que te recomendamos pedir que te enseñen al menos tres de ellas, que además tienen el nombre de mujeres exitosas que les llaman “las soñadoras”, personajes que alcanzaron grandes logros debido a que se atrevieron a soñar. Mi gusto por lo kitsch me hizo decidirme por Miroslava

Entre los tesoros decorativos nos llamó la atención el enorme candil que pende sobre la alberca haciendo de arete a la mujer que llora sobre la alberca. Muchos de los muebles son diseñados por Héctor, uno de sus dueños, y otros arribaron desde Tailandia, Indonesia y Nepal. Un detalle que nos pareció de lo más considerado para los huéspedes es la inversión que hicieron en las puertas anti ruido.

El imperdible es su restaurante El Patio de la Pileta, una cocina fusión donde lograron unir lo mejor de varios mundos, incluyendo por supuesto los clásicos locales, como el conejo en mole poblano. Los favoritos del anfitrión, que tuvimos a bien averiguar, son el carpaccio de venado, la sopa de jocoque con keebe y arroz salvaje y el beauf bourgninon (res a la borgoñesa) al estilo El Sueño; y si quieres probar una de las creaciones del chef Omar López, te recomendamos las puntas de res sobre carpaccio de higos, reducción de maracuyá y mermelada de flor de lavanda, un plato que va perfecto con la decoración del hotel, ya lo verás.

2. Toma una clase de pintura improvisada

Caminando por el fabuloso primer cuadro de la ciudad de Puebla, es abrumador tanto detalle en lo que a uno se le va el tiempo: admirando, tomando fotos, comprando, comentando esto o aquello y algo irresistible es entrar a las antiguas vecindades que son una verdadera joya para quienes aprecian este tipo de viviendas, los espacios, los colores, el paso del tiempo que ha dejado una dignísima pátina que le otorga un valor agregado. Tuvimos la suerte de dar con una de estas joyas en la calle 16 de septiembre, núm. 1106 (casi esquina Av. 11 Oriente), donde había un letrero de “clases de pintura”. Al fondo del amplio patio estaba el maestro con uno de sus alumnos que recreaba tal vez alguna escena bíblica, en un gran lienzo recargado en la pared, ya que vimos un tipo de patriarca sentado y escuchando algo que le decía por arriba del hombro un ser alado. El color ya había sido puesto en sus cuerpos, pero faltaban pincelear sus rostros, que seguramente llevarían más trabajo y detalle. El pintor y maestro Mario Salazar inmediatamente nos saludó amablemente y nos invitó a ver parte de su obra. Su especialidad es el óleo con el que recrea perfectamente la talavera poblana. Imagina regalarte un tiempo (que nunca nos damos) para intentar hacer al menos un pequeño mosaico de la más pura expresión poblana y llevarlo a casa…

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3. Prueba un trago francés muy poblano

Nos asombramos cuando conocimos que una de las tradiciones más arraigadas (desde el siglo pasado) de las novias era, inmediatamente después de recibir la bendición del sacerdote, pasar directamente a una de las cantinas con mayor fama por una bebida que sólo ahí saben hacer con todas las de la ley: el menjul (mint julep en francés), ahí en la calle se lo tomaban y después ya más relajadas, se iban a su banquete. Resulta que esta espirituosa combinación de ingredientes y licores vino de Europa con el legendario cantinero español Pedro Chicote. Éste le enseñó la receta a don Pedro Montesinos, quien abrió La Ópera (16 de septiembre, entre 13 y 15 Oriente) y hoy se puede seguir disfrutando en el mismo lugar, pero mezclado magistralmente por su descendiente Manolo Montesinos Cruz y don Juanito Zárate, cantinero con 40 años de experiencia. Qué lugar tan agradable, con el sabor parroquiano que buscábamos para seguir nuestro viaje al pasado. “Este menjul bien vale un viaje al menos al mes”, fue nuestra promesa para volver y ya lo cumplimos, por cierto… ¿La receta? No podemos compartirla pues es un secreto que no nos pertenece, lo que podemos decirte es que lleva hierbabuena, pero antes de que lo pienses, es totalmente diferente al mojito, es muy fresco, perfecto dulzor (lleva al menos ocho ingredientes) y como te imaginarás beber más de tres sería un poco arriesgado… ¡y podría volverse una adicción!

Bar La Ópera, en la ciudad de Puebla / Manuel Cerón Hernández

4. Vive el ambiente de los portales

Claro, pero con un buen número de antojitos típicos poblanos en tu mesa. ¿Dónde? En el restaurante del Hotel Royalty (Portal Hidalgo, núm. 8), expertos anfitriones con una cocina espléndida y la mejor de las vistas al Centro Histórico. Te recomendamos hacer un alto a tu paseo como a eso de las 1:00 pm y pedir un plato de chalupas y una refrescante margarita (son su especialidad y hay de varios sabores). Pasarás un rato espléndido en el lugar desde donde todos quieren ver y ser vistos, en lo que fuera la casa de la viuda de Guzmán, de alta estima entre la sociedad poblana a principios del siglo pasado.

5. Cierra tu visita con un nevado

Cuando Héctor, nuestro experto guía, nos dijo que teníamos que probar los nevados, me imaginé un tipo de helado. Nunca otra bebida local. Atravesamos el zócalo y llegamos al imponente Pasaje del Ayuntamiento (a un costado del Palacio Municipal). Después de tomar muchas fotos de su hermoso arco (1578), pasamos algunos comercios y a la izquierda encontramos los Nevados Don Hermilo (Pasaje del Ayuntamiento núm. 1, Altos). Una escalera nos llevó al restaurante que antes era un pequeño negocio en otra dirección, y que en realidad era una abarrotería en la que se servían estas bebidas acompañadas con buenísimas botanas preparadas al momento, ése era el encanto que los hizo famosos. Fue así que la familia decidió abrir una cantina en 1921, ya con el nombre de Nevados en la 4 norte y la 6 oriente y así fue creciendo el negocio familiar abriendo otras sucursales más parecidas a lo que es hoy en día: un lugar sumamente agradable con balcones desde donde se ve el zócalo y sobre todo, se puede disfrutar de los nevados elaborados a base de frutas con un delicado toque de alcohol. Nuestros favoritos fueron el amaretto, el Mari Juana de vainilla y menta y el de ciruela pasa.

No te recomiendo esperar más… porque apenas al dejar Puebla, ya estarás planeando el regreso, pues hay mucho más que ver, comprar y probar. Esta ciudad es un verdadero sueño para quienes buscan dar placer a todos los sentidos.

Otras delicias imperdibles:

-La barra de martinis en El Sueño, como el de pepino y el de chamoy.
-Las chanclas, un pambazo relleno de aguacate y cebolla sumergido en caldillo de chorizo o longaniza. Según nos contaron, este antojito nació en tiempos que Puebla estaba sitiada (siglo XIX) y la carne escaseaba.
-El mole, las conchas, el rompope, las obleas y demás productos que venden las monjas capuchinas enclaustradas de la iglesia de Santa Ana y San Joaquín (casi frente a La Ópera).

Contacto

El Sueño hotel + spa
9 oriente 12, Centro Histórico
Tel. 01 (222) 232 6489 y (222) 232 6423.
www.elsueno-hotel.com

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autor Viajera con un amor infinito por México. Lo lleva, literalmente, tatuado en la piel.
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