Rafting en la salvaje selva Lacandona - México Desconocido
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Ecoturismo y aventura

Rafting en la salvaje selva Lacandona

Chiapas
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© Yonatan Reyes Urbina

Animales salvajes, imponentes templos mayas, serpientes de agua cristalina, aventura y muchísimas cosas más te esperan en la selva Lacandona.

“¡Fuerte adelante!”, gritaba el guía y la inminente caída despertó la adrenalina al máximo con gritos de euforia por el descenso en balsa en la cascada: estamos en la selva Lacandona.

Partimos por la tarde desde el Pueblo Mágico de Palenque, Chiapas, tras cientos de increíbles paisajes y unos kilómetros de viaje, llegamos al anochecer al Campamento Río Lacanjá dentro de la Reserva de la Biosfera de Montes Azules, esa noche una luna inmensa iluminó los bordes de las copas de los árboles.

En un pestañear nos amaneció, el trinar de los de pájaros fue el despertador de la madre naturaleza, esta sinfonía parecía impulsar poco a poco al sol sobre la copa de los gigantes.

Por la noche la niebla (cual incienso de la naturaleza) se había apoderado del lugar. Desde mi cama en la cabaña oía el sonido de una cascada que llamó mi atención, mi intrigaba me hizo saltar al alba, caminar unos pocos metros por un sedero en la selva y descubrir un místico amanecer con el paisaje más hermoso que he visto en mi vida. 

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Tras el delicioso y energético desayuno, fuimos bajo la sombra de una imponente y hermosa ceiba para que los guías de Explora Chiapas nos capacitaran en el arte del rafting, una vez diestros en materia partimos a la aventura, el río Lacanjá y sus bellezas nos aguardaban.

Descenso en balsa por el río Lacanjá

La majestuosa y exuberante vegetación hace que navegar por el río Lacanjá sea una verdadera aventura extraordinaria.

La primera cascada llena de risas y adrenalina calmó el nerviosismo, Alejandro, uno de los tres guías en turismo de aventura, nos explicó que sus rápidos son de nivel 2.5 y más que aguas blancas tienen cascadas de distintos tamaños. Cuando dejábamos atrás una caída de agua, nos encontrábamos con la pasividad de grandes pozas tan verdes como los árboles que las rodean, este momento de relajación por una de las arterias de la selva te regala paisajes de ensueño.

A pocos minutos de iniciar el recorrido, los guías Carlos Chankín y Rodrigo Chanakín, con sus agudos sentidos avistaron a un grupo de nutrias bebé, verlas jugar en su hábitat es maravilloso, ellas fueron más veloces que las cámaras, pero fue un genial e inesperado encuentro. Al avanzar por el río mariposas y cigarras se posaban en nuestros cascos, cual espíritus de la selva cuidándonos al navegar.

La sinfónica constituida por el celestial canto de los pájaros, los sones de los insectos y el ritmo de las cascadas armonizaban nuestra aventura.

Seguimos por el serpentear del río, y llegamos a un punto en donde el agua de un color verde jade se junta con la que proviene de un manantial, tan cristalina que los peces parecen volar. Nos tiramos a nadar, nos sentíamos como niños en una inmensa alberca.

Después de disfrutar del  misticismo de sus aguas y apasionados vistazos de animales salvajes en su pleno hábitat, tras de una hora y cuarto de navegar entre grandes y frondosos árboles, entre lianas y bejucos, llegamos a la segunda fase de la expedición, visitar un antiguo templo maya.

Un milenario templo maya

Dejamos atrás las balsas y emprendimos una fascinante y acalorada caminata entre lo espeso de la selva,   troncos inmensos derribados por las fuerzas de la naturaleza nos regalaron momentos de reflexión sobre la inmensidad del universo y lo frágil de nuestra existencia.

Pasado y presente se vuelve tras lúcidos entre los rayos del sol que intentan llegar hasta el más pequeño de los hongos sobre la tierra: los guías nos mostraban los vestigios del pasado que aún persisten, como las marcas de cortes sobre los árboles de zapote que los chicleros dejaron varias décadas atrás.

Caminar por los mismos senderos que los lacandones pisaron cientos de años atrás es como seguir sus huellas hasta estos milenarios templos.

De repente, el camino empieza a elevarse y entre la maleza, como un tesoro escondido, se vislumbra a lo alto un milenario templo maya.

Memorias y nuevas vivencias, por años antes de su contacto con el mundo occidental los lacandones seguían visitando este lugar para rezar a sus dioses, hoy lo hacen como guías, su visita es un viaje en el tiempo, el pasado de sus ancestros que sigue vivo en sus hijos, en lo negro de sus cabelleras, en sus perfiles aguileños, pero también en la palabra de sus abuelos y algunas de las costumbres que aún mantienen.

La recompensa es la foto del recuerdo de esta fantástica travesía. Esta caminata entre la selva me hizo pensar en lo que Giles Healey y Carlos Frey, sintieron al descubrir la ciudad pérdida de Bonampak en 1946, que se encuentra a escasos kilómetros de este lugar.

Nuestro camino sigue por de atrás del templo, tras media hora de una interesante caminata, entre avistamientos de flora y fauna, el sonido de un río a la lejanía despierta de nueva cuenta la adrenalina.

El terreno vuelva a bajar, hacia una cañada, hacia el raudal, hacia una increíble cascada. El agua cristalina y el sonido abrumador de esta caída de agua es una invitación a refrescarse después de ardua y calurosa caminata.

Disfrutar de estas pozas, entre la cascada, la cañada y colosales árboles es único; fue de las experiencias más gratificantes del nuestro contacto con la naturaleza. Aquí pude nadar en las piscinas de la madre tierra y saltar desde lo alto de la cañada hasta tocar su fundo.

¡A comer! A recuperar energía para la recta final. Caminar entre la selva te enchina la piel, te llena de euforia escuchar a los animales que te observan a la lejanía.

Entre la inmensidad de la selva los caminos se bifurcan y es fácil perderse, sigo de cerca al grupo. La caminata por la selva es un verdadero encuentro con la naturaleza salvaje, los avistamientos de fauna son estar en silencio y atentos a que la suerte nos sonría.

Aquí la vida es dura, la batalla por la luz del sol crea colosos verdes, pero el tamaño no lo es todo, como nos lo demuestra el «mata palo», que se adhiere a árboles más grandes que él, los usa como escalera para alcanzar la bendición del astro rey y poco a poco los estrangula para ocupar su lugar.

Tras una curva en la vereda, en el terreno empiezan a haber menos árboles, el camino continúa al llegar a un alto zacate y en 30 segundos, sin previo aviso estábamos de vuelta en el campamento.

Yonatan Reyes Urbina

Cuando tomas este tour para hacer rafting en la selva conoces de cerca a esta antiquísima cultura, convives con los descendientes de los antiguos mayas lacandones que habitan en Lacanjá Chansayab, apoyas directamente a la economía de esta comunidad y a proyectos de conservación en Chiapas.

Regreso a casa con el espíritu elevado, con la satisfacción del triunfo conseguido, con esa historia que de seguro en 40 años contaré a mis nietos. Cuando viajo, me siento más vivo que nunca, siento que dejo parte de mi ser en cada lugar y estoy convencido que aquí dejé mi alma, porque cuando sueño con este lugar viajo otra vez, para revivir la aventura de mi vida. Y tú ¿estás viviendo tus sueños?

 

autor Yonatan Reyes Urbina
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