Tradiciones criollas en el mundo queretano
Desde los tiempos de la conquista, Querétaro fue uno de los sitios preferidos por los españoles para asentarse con sus familias.
Siendo el último lugar que se tenía como civilizado antes de internarse en los territorios “bárbaros” de los chichimecas, en camino hacia las minas de oro y plata de Zacatecas, Querétaro era parada obligada de diligencias y lugar para hospedarse. Fue así como la región, poblada originalmente por otomíes o ñañús, creció considerablemente con los hijos de los peninsulares: los criollos. Haciendas, casonas y conventos fueron proliferando en aquellas tierras de clima templado y gente amable, inquieta y trabajadora.
El movimiento de independencia se gestó en la región de Querétaro, Guanajuato y Michoacán en la primera década de 1800. En aquel tiempo eran famosas las tertulias literarias donde el corregidor don Miguel Domínguez y su esposa, doña Josefa Ortiz de Domínguez, reunían a varios de sus amigos que simpatizaban con las ideas libertarias de don Miguel Hidalgo y Costilla, todos ellos criollos, como sus anfitriones.
A través del tiempo, Querétaro ha sido testigo de importantes hechos históricos que marcaron la vida del país.
En los años treinta de este siglo muchos españoles valiosos que no comulgaban con el régimen político de su país fueron asilados por el gobierno mexicano. Algunos de ellos trabajaron y compraron establos y tierras en las afueras del Distrito Federal. Cuando la ciudad creció y se expandió, esas tierras adquirieron un gran valor comercial, por lo que en los años sesenta la mayoría de los dueños las vendieron y compraron haciendas, terrenos rurales, casas y negocios en el estado de Querétaro, donde se instalaron para vivir y trabajar.
Desde la Colonia hasta nuestros días ahí se viven las tradiciones que, traídas de España, se enraizaron en el mundo queretano. Así, vemos haciendas dedicadas a la crianza de toros de lidia y mixtas, como la Laja y la hacienda Grande de Tequisquiapan, unas en plena producción, algunas de ellas abandonadas y otras convertidas en hoteles, como la de Galindo, o en casas de campo, como la de Chichimequillas y la de El Rosario de la H, que fue un regalo del virrey don Antonio de Mendoza al capitán de Hernán Cortés, Juan Jaramillo, cuando se casó con la Malinche.
Tradición muy arraigada en la región es la de los antiguos obrajes y batanes, convertidos ahora en grandes y modernas fábricas de textiles; aún perduran los talleres de hilados de pedal donde se elaboran manualmente telas de lana de borrego. Son hermosísimos los deshilados y bordados hechos por mujeres de la sierra. Los viñedos campean al sol y en las vitivinícolas se destilan excelentes vinos espumosos y de mesa. Los molinos de harina de trigo proporcionan la materia prima con la que se elabora el delicioso pan queretano.
Por todo el estado existen fábricas donde se producen artesanalmente excelentes quesos con leche de cabra o de vaca; uno de los fabricantes, el señor Carlos Peraza, ganó una medalla en Touraine, Francia,por la óptima calidad de su producto.
Las frutas de la región, como duraznos, peras y manzanas, entre otras, los queretanos las cristalizan con azúcar, en un proceso laboriosoy ancestral.
Existen numerosos restaurantes de gran calidad, con marcada influencia española, donde algunos de los dueños son criollos. En el barrio de Santa Ana, en la ciudad de Querétaro, año con año se lleva a cabo la fiesta patronal de “la Santanada”, réplica de “la Pamplonada” de San Fermín, en España, en la que se sueltan toros bravos por las calles, y mientras la gente corre divertida, algunos aficionados los torean.
Y es así como durante la visita a tan pujante estado, uno siente, huele, percibe y vibra con los sabores, olores y las remembranzas de la Madre Patria.
LOS VINOS
En el estado de Querétaro existen dos modernas instalaciones vitivinícolas que producen vinos de mesa y espumosos de gran calidad. Si usted lo desea puede visitar la planta de Freixenet, donde lo llevarán a hacer un recorrido por las imponentes cavas.
Fuente: Tips de Aeroméxico No. 18 Querétaro / invierno 2000
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