Tradiciones mortuorias del mundo zapoteco
Conoce más sobre los rituales mortuorios de la Señora Hierba 2 Caña, hermana y consejera del Señor Conejo 6 Agua, gobernante de Monte Albán.
Al momento de morir era muy anciana, ya tenía 48 años, se hallaba rodeada de su familia, hermanos, hijos, hijas, yernos, nueras y nietos, porque su esposo falleció hace algunos años. Según la tradición del mundo zapoteco, también se encontraban con ella el curandero, ya no para curarla, sino más bien para ayudarla a morir y para adivinar la fortuna de su viaje al inframundo. Los sacerdotes, portando máscaras del Señor Desollado, Xipe Tótec, ya se encargan de esparcir polvo rojo por la habitación, lo cual indica la solemnidad dei momento y ahuyenta a los malos espíritus.
Los ritos mortuorios
Para vestir a la Señora Hierba 2 Caña han venido a la casa unas mujeres que cuidadosamente han escogido el atuendo que usará en sus ritos mortuorios: un huipil de algodón blanco y sandalias de ixtle. Una selección de las mejores joyas y emblemas de la familia, entre las que sobresale el pectoral de piedra verde que pende de su pecho, con una representación dei jaguar. También, grandes orejeras de obsidiana gris, un bezote de jade y tres collares, uno de caracoles marinos, otro de cuentas de piedra verde y otro más de cuentas de piedra negra, semillas de maíz pequeñas plumas verdes. Una diadema de cuero bordada con hilos de colores fue colocada en su cabeza alargada, al igual que una banda de algodón trenzado, que fue puesta sobre su amplia frente y enredada en su cabello recogido.
Llanto y chocolate
También han llegado las plañideras, damas vestidas con huipil y manto, con las trenzas recogidas y atadas con gruesos hilos de algodón. Ellas lloran la partida de Hierba 2 Caña y su llanto sólo lo interrumpen las plegarias de los sacerdotes, que piden porque la difunta tenga un pacífico viaje al más allá; todos los familiares y demás gente que llega a despedirla beben chocolate en jícaras.
La tumba familiar donde finalmente descansará la Señora ha sido abierta nuevamente. Se necesitaron tres hombres del cortejo fúnebre para deslizar la pesada tapa de piedra hada un lado. En el interior, los huesos y objetos del pariente anteriormente depositado allí son removidos hasta una esquina, con toda solemnidad, por un sacerdote; éste deberá hacer el espacio necesario para la nueva utilización del recinto mortuorio. Para ello, los sacerdotes piden la autorización a los dioses que custodian la entrada.
El inicio del viaje al otro mundo
La tumba, construida como cimiento de la misma casa donde habitó Hierba 2 Caña, es una construcción fuerte, de piedras grandes que conforman los muros, el piso y el techo. Tiene un espacio ritual ornamentado con pintura y esculturas de piedra en el que se inicia el viaje al otro mundo. En este espacio ya se han colocado urnas nuevas, decoradas con las figuras de los principales dioses, entre ellos Cocijo, que se identifica por sus grandes anteojeras y su gran penacho de plumas preciosas; es el que hace posible la vida. También hay una urna de la diosa del maíz, Pitao Cozobi, y un dios Viejo o Huehue, dios de la sabiduría, y varias deidades acompañantes.
El colocar varias urnas nuevas en Ia entrada de la tumba, algunas con agua, otras con resina de copal y otras más con ceniza, le asegura al a muerta una buena compañía en el difícil trance de pasar al otro mundo, es decir al mundo de los espíritus, de las sombras, de lo inmaterial, del que finalmente emergerán nuevos hombres, más sabios y más poderosos. Por eso resulta tan importante ofrecer un buen ambiente a estos dioses, sahumando el recinto con resina de copal y esparciendo sobre el piso polvo rojo, a manera de ofrendarles la muerte de ta señora y de pedirles que la acompañen por siempre en su nueva vida, pues ahora les pertenece.
La tumba y los preparativos para el viaje
EI interior de la tumba luce profusamente decorado; los muros muestran pinturas de personajes ricamente ataviados, sacerdotes y sacerdotisas que realizan una procesión, interrumpida espacialmente por los nichos hundidos de los muros. En esos nichos se colocan nuevos sahumadores de tres pies hechos de barro, característicos de los rituales y de las fiestas de estos pueblos zapotecos.
Finalmente, la Señora Hierba 2 Caña, en medio del llanto y de las oraciones y los cantos fúnebres, es depositada sobre un petate en el interior de la tumba; realizan esta tarea los dos sacerdotes más importantes, quienes además le colocan a su alrededor una serie de objetos que deberá tener para un buen viaje, entre éstos figuran varias cazuelas de barro con comida, otras con chocolate y unos vasos con agua.
Otros objetos apreciados por la difunta también son depositados cerca del cadáver, como su metate, sus jícaras, sus agujas de coser y algunos cucharones de su cocina. En uno de los vasos se ha colocado el cadáver de un pajarillo, que se encargará de cantarle y de hacerle más agradable su nueva vida. Esta costumbre también se realiza con seres humanos, como en Suchilquitongo, donde a los nobles que fallecen se les hace acompañar en su viaje por sus sirvientes, que para el efecto son sacriticados.
Un palacio para la muerte
Según algunos que han asistido a ceremonias mortuorias en Suchilquitongo, allí hay una majestuosa tumba que es como un palacio, construida por un señor principal y guerrero muy reconocido, que mandó pintar en los muros escenas de procesiones de sacerdotes y sacerdotisas, de plañideras que lamentan su muerte, y de personajes que portan grandes penachos de plumas preciosas y bolsas de copal en las manos, y otros con bastones de mando. Este señor principal también mandó que los mejores escultores adornaran las jambas y los dinteles de las entradas con representaciones de hombres importantes, sobre todo sacerdotes, que guardaran el acceso y protegieran a los habitantes de la tumba. Asimismo, este señor ordenó esculpir una lápida con partes de la historia de su pueblo tal como él las recordaba.
Lo más impresionante, dicen, es la entrada principal de la tumba, que está resguardada por una gran máscara del dios Pájaro-Serpiente, la cual intimida con sus grandes fauces abiertas, de las que escurre sangre, y advierte de su poder a quienes ingresan al recinto.
Los ritos funerarios de la Señora Hierba 2 Caña concluyen cuando la lápida de la tumba se vuelve a poner en su lugar. Arriba, en su casa, sus parientes esperan y ofrendan a los dioses para que su espíritu no los abandone, porque debe permanecer entre ellos y en su casa. Mientras tanto, pacientemente colocan resina de copal en los sahumadores deI altar permanente que han puesto para ella, con lo que cuidan que la llama de su espíritu no se extinga.
Te puede interesar:
¿Quieres escaparte a Oaxaca? Descubre y planea aquí una experiencia inolvidable