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Arte y Artesanías

6 rutas para conocer la historia de Sor Juana Inés de la Cruz

Estado de México
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Lánzate al oriente del Edomex y descubre, entre poblados y bellos parajes al pie de los volcanes, los sitios en donde la Décima Musa comenzó a escribir su historia de hábitos y letras.

6 rutas para conocer la historia de Sor Juana Inés de la CruzManuel Cerón

El legado de Juana de Asbaje

A más de tres siglos de su muerte, la obra y la figura de Sor Juana Inés de la Cruz siguen cautivando al mundo entero. Las creaciones de quien fuera una de las mayores glorias de las letras y la cultura novohispanas y la máxima literata mujer de nuestro país se continúan editando y leyendo con avidez siempre renovada por las nuevas generaciones de mexicanos y de lectores de todo el planeta.

Es por eso que te presentamos una ruta para que viajes y conozcas más sobre la figura de una de las mujeres más importantes de la historia de México.

 

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6 rutas para conocer la historia de Sor Juana Inés de la CruzManuel Cerón

Ruta 1. Tlalmanalco, bajo el arrullo de la mujer dormida

Teniendo como telón de fondo el majestuoso Iztaccíhuatl, este Pueblo con Encanto sorprende gracias a sus maravillas naturales y al delicado trabajo que plasmaron las manos indígenas en la Capilla Abierta, una joya colonial del siglo XVI, en el estilo tequitqui. Quizá tan peculiar forma de expresar la fe en los edificios religiosos de este lugar motivaron la futura vocación de la niña Juana.

Día 1. Sábado

9:30 horas
Tomamos la nueva autopista México-Cuautla que ahora hace mucho más sencillo el recorrido por la Ruta de Sor Juana. Para disfrutar el día con energía paramos a desayunar en los restaurantes que están sobre la vieja carretera, poco antes de llegar a Tlalmanalco. Por dondequiera se leen los anuncios de mixiotes y conejo, pero en los lugares también ofrecen barbacoa, quesos fundidos, sopa de hongos y de médula, pancita, quesadillas y mil delicias más.

11:00 horas
Llegamos a Tlalmanalco, donde nos sorprende la riqueza arquitectónica del centro. Comenzamos nuestro recorrido por el lado oriental, donde se localiza el Conjunto conventual franciscano, teniendo como telón de fondo el volcán Iztaccíhuatl. El sitio es impresionante, tanto por su historia como por sus detalles artísticos. Los franciscanos se establecieron en Tlalmanalco a los pocos años de haberse anclado en la Nueva España. Entre los primeros frailes menores que vivieron aquí y evangelizaron la zona se encontraban Bernardino de Sahagún, el docto estudioso de la vida y las costumbres de los antiguos mexicanos, y Martín de Valencia, superior de los primeros doce franciscanos y misionero incansable de estas tierras.

El historiador Chimalpahin señala que el Templo y el Convento de San Luis Obispo de Tolosa se acabaron de construir en 1532. Sin embargo, en sus propios muros están grabados los años de 1585 y 1591 como las fechas de terminación del actual edificio o de alguna restauración posterior. Y claro, a lo largo de los siglos, el templo y el convento sufrieron otras intervenciones arquitectónicas. Con todo, mantienen el encanto y la sencilla gracia del siglo XVI. La portada del recinto es sobria, de acuerdo con los cánones renacentistas de la época.

En el interior, un gran retablo dorado de trazos barrocos decora el altar mayor. De dos cuerpos y un relieve a modo de remate en el tercero, este retablo está inconcluso o probablemente vino de otra iglesia, puesto que no cubre la altura completa del ábside. En los costados subsisten pequeños retablos barrocos adicionales o fragmentos de ellos, que son notables. Al sur del templo está el convento, que ahora funciona como casa cural. Es también sencillo, sin grandes elementos ornamentales, salvo los restos de antiguos murales, uno de los cuales retrata a Fray Martín de Valencia. Afuera del convento, por cierto, junto al atrio se ha acondicionado un jardín en cuyo centro se levanta la estatua de piedra de ese insigne franciscano.

Pasamos al costado norte del templo para ver la Capilla Abierta que le ha dado fama a Tlalmanalco en el mundo entero. No es la más grande del país y carece de bóvedas porque, al parecer, quedó inconclusa. No obstante, sobreviven sus muros y sus arcos cuya decoración resulta fenomenal. Es difícil clasificar su estilo. Aquí se dan cita elementos de inspiración gótica, plateresca y tequitqui. Este estilo fue bautizado por el historiador transterrado español José Moreno Villa. El tequitqui es una influencia de la iconografía y la técnica europeas fusionadas a las formas y al estilo indígenas. Mascarones y guirnaldas, calaveritas y huesos, ángeles y serafines, monos y perros -símbolos de la lujuria y la ira, respectivamente- entre otras figuras pueblan la cantera de los arcos hasta culminar en la imagen central: la de Cristo. Quedamos asombrados con estos relieves que no se parecen a ningún otro.

12:30 horas
Cruzamos la calle frente al templo de San Luis Obispo para visitar la Plaza de Armas de Tlalmanalco. En tiempos del Virreinato, por aquí pasaba una de las rutas más importantes entre México y Oaxaca. En su lado sur se encuentra el Portal de Peregrinos, una estructura ya restaurada de quince arcos que antaño sirviera como cobertizo para los peregrinos y viajeros de estos caminos.

Al norte se levanta el Palacio Municipal, en un edificio del siglo XVIII que originalmente fue un hospital de la orden de los betlemitas. De cara a la plaza también se han acondicionado portales. El mismo inmueble alberga el Museo Comunitario Nonohualca.

13:00 horas
Tomamos camino hacia San Lorenzo Tlalmimilolpan para visitar su iglesia del siglo XVIII, que resulta llamativa con su cúpula amarilla. Nos detenemos un momento en la cañada donde se levantan los pilares y arcos de piedra, ladrillo y argamasa del acueducto que abastecía a esta población desde el siglo XIX.

15:30 horas
Enfilamos rumbo a San Rafael. Al entrar al poblado vemos el letrero del Parque Ecoturístico San Juan Atzacualoya y pasamos a visitarlo. El lugar es pequeño, pero cautivante. Son cuarenta hectáreas de un agradable bosque, principalmente de encinos. Nos gustaron la tirolesa y los puentes colgantes sobre una cañada seca. Nos aventamos en la tirolesa y para cruzar de nuevo, algunos de nosotros tomamos el puente tibetano, levantado solo con cables. Los menos valientes regresaron por el puente colgante, el cual tiene una base de tablas de madera.

17:30 horas
Atravesamos el bonito pueblo de San Rafael y llegamos a nuestro destino de ese día: el Parque Ecoturístico Dos Aguas. Donde acaba San Rafael y van desapareciendo las casas, se abre una hermosa cañada de piedra que es como la puerta de la montaña. Antes de pasar vimos un letrero seductor: Pulques Don Juan, a doscientos metros de la entrada del parque. En la zona se sigue produciendo este delicioso elixir. La parada fue afortunada. Algunos miembros del grupo pidieron pulque natural, pero la mayoría elegimos algún curado. Hay de guayaba, piña, mango, avena, melón, fresa, maracuyá, guanábana, etcétera. Yo pedí de zarzamora y resultó espléndido. Agoté mi tarro de un litro hasta la última gota.

Dos Aguas es el parque ecoturístico mejor instalado en la zona de Tlalmanalco. Tiene canchas deportivas, vía ferrata (de cables), varias tirolesas,  paredes naturales para la práctica de rappel, palapas con asadores, paseos a caballo, puestos de comida. Todavía por la tarde algunos niños alcanzaron a disfrutar el juego de ligas (eurobungee). Después preparamos nuestra cena y nos fuimos a descansar. Algunos de nosotros pasamos la noche en las cabañas familiares; otros, en unos bonitos bungalows de adobe para dos personas. Con el frío nocturno entendimos porqué dejaban la leña para las chimeneas. Todos dormimos calientitos y cómodos.

Día 2. Domingo

7:00 horas
Nos levantamos temprano para que nos rinda el día y nuestra excursión por el bosque no termine demasiado tarde. Tomamos café y un refrigerio de nuestros propios víveres. Luego nos dimos cuenta de que desde temprano están los puestos de quesadillas y otros antojitos. Nos pusimos a caminar siguiendo a nuestro guía del propio Parque Dos Aguas. De inmediato entendimos el lema del parque: “Santuario de la Naturaleza”.

El parque tiene solo diez hectáreas, que es donde están las cabañas, los juegos, las palapas y los servicios. Parece poco espacio, pero en seguida comienza el bosque de las laderas del Iztaccíhuatl, así que en realidad uno tiene a su disposición el magnífico pulmón de la Sierra Nevada. Por momentos, para alguien que viene de la ciudad, tantos árboles y aire puro puede resultar casi intoxicante. Aquello es precioso.

Nuestro destino esa mañana fue la Cascada de los Diamantes a la que solo toma un par de horas llegar (por una vereda hacia el norte). Esta cascada se origina por los deshielos de las nieves de “la volcana”. El agua fría viene desde las partes altas de la montaña y aquí forma una hermosa caída de decenas de metros de altura. Al brillar el agua con los rayos del sol matutino parece estar formada por largos collares de diamantes. El lugar es hermosísimo.

La excursión resulta deliciosa. Nos hicimos el propósito de regresar pronto para hacer la excursión a la Cascada Congelada, que también da la ocasión de caminar por el bosque y respirar aire puro, solo que el trayecto puede llevarse casi un día entero. Quién sabe si ese tipo de excursiones nos den la condición para algún día escalar una montaña como la Mujer Dormida. En tal caso, también en Dos Aguas hay guías que nos pueden ayudar en la escalada.

14:00 horas
De vuelta de la caminata a la cascada comimos en los puestos de antojitos del mismo parque. Algunos pidieron quesadillas de flor de calabaza, hongos o requesón. Otros más, tamales, tlacoyos o cecina. A pesar del cansancio no faltó quién todavía tuviera ánimos de aventarse en la larga tirolesa de doscientos metros que tienen en el parque. Esas son ganas de divertirse.

15:00 horas
Lo que no pudimos apreciar el día anterior en San Rafael lo vemos ahora con toda calma. El pueblo debe su origen a la célebre Fábrica de Papel San Rafael que se estableció aquí en 1894 para aprovechar los abundantes bosques y corrientes de agua de la zona. Su historia es notable dado que a lo largo del siglo XX fue un importantísimo polo de desarrollo social y económico en esta región del Estado de México. La fábrica alcanzó fama por los generosos salarios y prestaciones que otorgaba a sus trabajadores, así como por su producto, el papel, que en tiempos del proteccionismo fue uno de los más notables del país. Aparte, según dicen, los bosques del Iztaccíhuatl subsistieron en buen estado gracias a la política de explotación racional -ahora diríamos sustentable- manejada por la fábrica a lo largo de las décadas.

Por lo demás, la arquitectura del lugar llama mucho la atención. El poblado creció asentado a lo largo del camino que lo une a Tlalmanalco. En el tramo superior está la fábrica y los edificios de oficinas, que a pesar de su carácter utilitario son una muestra del buen gusto prevaleciente desde finales del siglo XIX hasta la primera mitad del XX. Más abajo está la iglesia, una construcción modernista de mediados del siglo XX, y docenas de casas con techos de cuatro aguas que en varios casos conservan sus tejas originales. Muchos hablan del estilo francés de este pueblo. Y, ciertamente, San Rafael tiene un cierto aire europeo que lo hace bonito, sin paralelo en otras partes de México.

17:00 horas
Para terminar nuestro recorrido por los rumbos de Tlalmanalco, antes de irnos pasamos al pueblo de San Antonio Tlaltecahuacán, situado siete kilómetros al sureste de Tlalmanalco, rumbo a Amecameca. Ahí visitamos su colorida y bien cuidada iglesia del siglo XVIII. Desde ahí, otra vez gozamos con la panorámica del volcán y la volcana, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, que teñidos de anaranjado por la luz del atardecer, se yerguen majestuosos al final de nuestra ruta.

Sor Juana en Tlalmanalco

No se tiene noticia de la presencia de Sor Juana en este antiguo poblado. Sin embargo, puede pensarse que cuando partió de Amecameca rumbo a Chalco y la Ciudad de México hizo aquí la parada que harían la mayoría de los viajeros de esta ruta. Si se detuvo, probablemente apreció el templo y el convento de San Luis Obispo de Tolosa, además de la Capilla Abierta, muy semejantes a como los vemos hoy en día.

La tumba vacía

El gran celo apostólico y la vida ascética de Fray Martín de Valencia le dieron el olor de santidad. Murió en 1534 cuando lo trasladaban a la Ciudad de México para atenderlo de una grave dolencia. Fue enterrado en el templo de San Luis Obispo de Tolosa. En varias ocasiones abrieron su tumba y confirmaron que su cuerpo permanecía incorrupto. Hacia 1577, su sepulcro fue exhumado una vez más, pero lo encontraron vacío. Nadie sabe qué pasó, aunque se cuenta que los restos del fraile están escondidos en el Sacromonte, en Amecameca, en un resquicio de la cueva que el misionero ocupó como ermitaño durante sus últimos días de vida.

La Capilla Abierta, la más hermosa de México

Francisco de la Maza (1913-1972), uno de los mayores historiadores del arte en México durante el siglo XX, considera a la de Tlalmanalco “la capilla abierta más hermosa de México, con excepción de Teposcolula”. Así lo afirmó en su libro La Ruta de Sor Juana, que describe el arte virreinal de los rumbos que recorrió la Décima Musa. Sin tapujos, el autor señala: “Es la capilla abierta la maravilla de Tlalmanalco […] Solo una acuciosa comparación con el plateresco castellano y andaluz puede darnos los orígenes ornamentales de esta capilla abierta admirable”, agrega.

Abierto de martes a domingo, de 9:00 a 18:00 hrs.
El claustro del convento, salvo los miércoles, puede visitarse en el horario de las oficinas del templo: lunes, martes, jueves y viernes de 10:30 a 13 y de 16:30 a 19:00 hrs. Sábado y domingo de 10:30 a 13:00 hrs.

6 rutas para conocer la historia de Sor Juana Inés de la CruzManuel Cerón

Ruta 2. Tenango del Aire, donde el arte cobra nuevos bríos

Por siglos, esta localidad fue llamada Tenango de Tepopula, pero Porfirio Díaz le agregó del Aire debido a los vientos que recorren sus plazas y calles. Tenango representa un hallazgo de contemporaneidad con olor de antaño.

Día 1. Sábado

9:00 horas
Con anterioridad investigamos un poco de Tenango del Aire y con sorpresa nos enteramos de que se trataba de un poblado cuyo nombre proviene del náhuatl y su significado es lugar amurallado; si bien no existe a la redonda un muro, nos percatamos de que los lugareños gozan de espacios públicos tranquilos y limpios. Lo que llama la atención del asentamiento es que ha sido habitado por artistas de talla internacional que, con frecuencia y en diferentes épocas, han llevado el nombre del poblado a charlas tanto de las altas esferas del arte mexicano como de los círculos de creadores del mundo entero.

Tenango del Aire ha sido sitio de encuentro de una comunidad importante de intelectuales, artistas y pensadores desde la década de los sesenta y setenta: personajes como Carlos Monsiváis y el reconocido pintor Nahúm B. Zenil se reunían en tertulias en la casa de madera -hoy, el destacado museo-, hasta que convirtieron Tenango del Aire en un importante bastión cultural.

Con este bagaje en mente y llenos de curiosidad, llegamos al Palacio Municipal José María Morelos y Pavón, un edificio de dos plantas, con arquería y arquitectura recién remodeladas, donde se ubica la dirección de turismo del municipio. Aprovechamos para preguntar sobre los principales atractivos, así como las recomendaciones básicas dentro del poblado.

9:30 horas
Caminamos a lo largo de la Plaza de la Constitución, un espacio limpio y arbolado donde la gente platica y pasa el tiempo. Esta plaza ha sido escenario de múltiples actos políticos memorables, como la victoria del Partido Socialista Unificado de México en 1984, lo que convirtió a Tenango del Aire en la tercera localidad del país con régimen socialista. De la plaza, vale la pena observar, entre el follaje de palmeras y árboles floreados, la cúpula y la estructura del Reloj de la Plaza, pintado casi en los mismos tonos del palacio municipal. Se trata de un mecanismo empotrado en una columna de cuatro caras que es resguardado por un techo que lo dota de mucha presencia. Justo del lado contrario de la plaza está un quiosco, también recién remodelado, que regala una agradable sombra a quien busca refugio y descanso.

10:00 horas
Comenzamos con el paseo cultural en el Museo Casa de Madera, que se encuentra en la cuchilla que parte en dos la avenida Revolución. El recinto se ubica con facilidad, ya que está identificado con un anuncio sobre una fachada de madera rústica. No podemos negarlo, si se tiene amor por las antigüedades, el arte y la historia, el museo es el lugar indicado para pasar horas enteras recorriendo sus más de quince salas de exposición. El lugar nos sorprende gratamente por la calidad y la cantidad de obras y objetos que ahí se resguardan.

Todo comenzó con una colección de obras de arte y cosas de Ricardo Flores Ávila y Luis Pastor Gómez Mendoza, los creadores de este mágico espacio. Con el pasar de los años, el recinto se ha convertido en uno de los más importantes de arte utilitario del país, como el Soumaya y el Franz Mayer; por fortuna, ha ganado prestigio como punto de encuentro de artistas destacados desde la segunda mitad del siglo pasado sin perder su esencia de un gran hogar.

Comenzamos el recorrido por la planta baja, donde se aprecia una antigua barra de cantina como aquellas que se muestran en las películas costumbristas del Cine de Oro mexicano, detrás hay colecciones de cascos de refrescos, proyectores, juguetes, títeres y una extensa variedad de piezas. Dicho espacio funciona los fines de semana como bar, restaurante y sala de usos múltiples donde se llevan a cabo lecturas, tertulias y conciertos de guitarra.

En la segunda planta del mismo edificio se muestran objetos cuya museografía se divide en las etapas históricas de México. Se comienza con imágenes de deidades y objetos prehispánicos; se termina en una esquina donde se exhiben ropajes, armas y periódicos de la etapa revolucionaria, no sin antes pasar por los años de La Colonia y la Independencia. En la tercera planta se repite la distribución, pero en esta ocasión se representan las distintas habitaciones de una casa: desde la recámara de estilo art decó hasta comedores, salas y salones donde pueden apreciarse cámaras fotográficas y una impresionante colección de relojes antiguos, joyería y objetos decorativos chinos producidos siglos atrás.

El lugar es tan original como sus creadores, quienes han hecho de su colección y de su casa un hogar-objeto abierto al público. Vale la pena visitarlo una y otra vez, ya que con seguridad encontrará algo nuevo en algún rincón; la colección cuenta ya con miles de objetos, y crece diariamente a lo alto y ancho del terreno que ocupa (casi una cuadra). Por ninguna razón nos perderíamos de provocar que el pensamiento viaje a cualquier lugar del mundo en diferentes épocas históricas. En pocas palabras, se trata de una máquina del tiempo.

En este lugar pudimos desayunar entre paredes de madera y rodeados por plantas, juguetes de latón y máscaras. El museo ofrece el servicio de desayuno, y el pan como la comida son deliciosos.

13:30 horas
El tiempo se fue volando. Los guías del museo nos recomendaron visitar el Espacio Cultural Muralla, denominado como el lugar del vidrio. Al preguntar por su ubicación, sin empacho, levantaron la mano señalando la casa que se encuentra al cruzar la calle. La muralla es un taller, un espacio donde se reúnen tres artistas que trabajan, hasta sus últimas consecuencias, el moldeado de dicho material con martillo y cincel. Logran piezas depuradas con acabados finos gracias a su manejo de técnicas especializadas.

El espacio cultural se compone de una galería, donde exponen su obra y, a su vez, se realizan conciertos y presentaciones de libros (planta baja); una video-biblioteca especializada (primer piso) donde pudimos hojear publicaciones en varios idiomas sobre bienales, técnicas y artistas de esta disciplina; finalmente, curioseamos por el taller (tercer piso), donde se nos revelaron algunos bocetos, herramientas y procesos de elaboración de una pieza.

15:00 horas
Salimos del espacio cultural hacia las calles de Tenango del Aire nuevamente. El contraste entre el Museo Casa de Madera y la Muralla es tan evidente que resultan complementarios, y eso enriqueció nuestro viaje. En pocos lugares se pueden encontrar corrientes y expresiones del arte tan intensas sin ocurrir en una gran ciudad. Caminamos de regreso sobre la avenida Revolución hacia el centro del pueblo. Casi al llegar a la plaza, sobre la acera que flanquea a la parroquia, nos fue inevitable seguir un delicioso aroma a carne asada, hierbas y frutas que emanaba de Los portales. Son una arquería con dos espacios muy bien definidos en el interior, ambos divididos tan solo por unas columnas construidas el siglo pasado. Este espacio es el mercado de Tenango del Aire, un corredor donde puede abastecerse de lo básico para el hogar y es una buena parada si se le antoja una fruta o algo rápido y fresco para comer. No dejarse llevar por las pruebas que ofrecen los vendedores es un reto. Los portales se encuentran en la misma acera que la parroquia, justo frente a la plaza cívica.

15:30 horas
Inmediatamente después, decidimos adentrarnos a la Parroquia de San Juan Bautista, uno de los platos fuertes del paseo por Tenango del Aire. Antes de entrar tomamos algunas fotos de los arcos  que reciben a fieles y visitantes en el atrio, que se integra al ambiente abierto de la localidad. Comenzamos a caminar por el largo pasillo de la iglesia cuando observamos que se abría otro amplio andador paralelo y arbolado que daba una sombra más fresca. La construcción de la parroquia se ordenó en 1532, pero se levantó en 1671. La fachada pertenece al siglo XVIII y desde los pasillos que recorríamos se reflejaba la luz del sol sobre la portada: parecía que estuviese recién edificada. Al entrar, pudimos apreciar la sencillez de su única planta y lo alto de sus bóvedas. Vale la pena resaltar la pila bautismal que ostenta relieves del arcángel San Miguel y una inscripción del año 1710.

Es inevitable acercarse y verla a detalle; además, desde el espejo de agua que forma pudimos descubrir el reflejo de una parte considerable de la bóveda y los retablos (abierta todos los días de 8:30 a 18:00 hrs).

16:00 horas
Al cruzar el atrio de regreso hacia la plaza, del costado izquierdo, encontramos una nueva arquería, elegante y decorada con colores vivos y detalles florales y zoomorfos policromados en algunas de sus esquinas. Nos percatamos de que aquella fachada pertenece al primer y originario restaurante Panes y Pasteles de Tenango. La historia nos cuenta que alrededor de 1913 el mismo establecimiento correspondía a la tienda grande del pueblo, la tienda de raya de aquellas épocas. La Revolución provocó, entre otras cosas, que sus dueños modificaran el uso del negocio. A partir del fusilamiento de Ignacio González Aragón, propietario originario del establecimiento, doña Juanita Zarza tomó las riendas del local y con recetas originales le dio vida al más famoso restaurante y cafetería en la región. La decoración a base de fotografías de época y algunos detalles mexicanos se ilumina con la luz que emite el refrigerador, que a su vez es el mostrador desde donde los pasteles se muestran tentadores.

16:30 horas
Volvimos a los arcos y ahora atrajo nuestra atención el Cine Edén, que se encuentra en el mismo eje que los portales. Su fachada color amarillo con detalles florales es difícil de evitar, más aún por su reciente remodelación. Basta caminar media cuadra y atravesar la calle para llegar hasta sus puertas. El cine abrió en 1935, cuando era propiedad del señor Molina. Ha cerrado durante largos periodos, pero hoy es un importante recinto cultural y restaurante. Los lugareños recuerdan haber pasado agradables momentos mientras veían películas clásicas, pero no solo eso ocurría en esta sala cinematográfica, pues aquí también se llevaban a cabo eventos cívicos, como la entrega de reconocimientos escolares de la localidad y la recepción de gobernadores y altos funcionarios del Estado de México.

17:00 horas
Para cerrar con broche de oro, caminamos hacia la Casa del Poeta Tecomate Cuatolco. Para llegar al lugar hay que caminar al menos cinco cuadras a partir de la plaza central en busca de la calle Niños Héroes. Nos detuvimos en una barda de adobe, hogar de hermosas flores que salían desde el interior. Por momentos creímos que esa debía ser la casa perfecta para vivir. Para nuestra sorpresa, era la dirección que buscábamos. Tocamos la puerta. Don Nahúm B. Zenil, de mirada profunda, nos abrió las puertas de su casa, de su galería y museo privado.

Nos condujo hasta un enorme y cuidado jardín cuyos árboles frutales, florales y cactáceas forman rincones agradables. El lugar es un oasis de arte resguardado por los volcanes. Nuestros anfitriones son dueños de creaciones únicas que reflejan una forma de vida de digna y total libertad artística acorde a la tierra donde se asentaron desde hace décadas.

Al poco tiempo, el artista plástico Gerardo Vilchis Durán se integra al recorrido y en conjunto nos muestran el interior de una casa de tres niveles, la cual se ha adaptado como galería donde cada habitación es un espacio de arte en sí. Resulta impresionante apreciar y conocer, en palabras  de sus autores, las pinturas de diversos formatos y piezas de arte objeto, así como fotografías y colecciones de otros artistas, como de Manuel Álvarez Bravo, por mencionar uno de tantos. Terminamos nuestro paseo con una sensación de orgullo y satisfacción: en esta tierra fértil se sigue germinando el arte y está al alcance de nosotros hacerlo nuestro.

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Ruta 3: Amecameca, la puerta de los volcanes

Donde transcurrieron los años de la tierna infancia de la niña Juana hoy es posible disfrutar de uno o varios fines de semana, tanto en el centro de Amecameca como en los cercanos parques ecoturísticos. En estas tierras, la diversión y el aprendizaje conducen al visitante.

Día 1. Sábado

9:30 horas
Como venimos cansados y mal comidos, hacemos una parada inicial en Panes y Pasteles de Tenango. Este agradable local, ubicado en una de las esquinas del Jardín Principal, en efecto ofrece sabrosos productos y sirve aromáticos cafés.

10:15 horas
De inmediato nos ponemos a recorrer el centro de Amecameca. El Jardín Principal, decorado con esculturas porfirianas de leones hechas con fierro colado y antiguos monolitos prehispánicos, resulta muy agradable. En su esquina suroeste se encuentra un viejo arco de 1781, que era como la puerta de entrada al poblado para quien venía por el camino de Cuautla y Ozumba. Al oriente del jardín está el mercado, que desde tiempo inmemorial se especializa en frutas secas: nueces, pasas, pistaches, orejones, nuez de la india, entre otras.

Detrás del mercado está el atrio de la Parroquia de la Asunción. Este templo fue erigido originalmente a mediados del siglo XVI, pero al paso de los siglos sufrió distintas intervenciones arquitectónicas. En su fachada, en las capillas y aun en su coro aparecen varias fechas que deben referirse a distintas obras: 1680, 1719, 1732… En todo caso es un notable monumento virreinal con múltiples detalles interesantes como su fachada pintada de rojo y blanco, sus relieves, sus capillas laterales y un par de hermosos retablos barrocos con columnas salomónicas (helicoidales), además de su antiguo claustro.

Aunque desde hace décadas Amecameca se ha modernizado y ha adquirido un perfil arquitectónico semejante al de otros poblados del país, sobreviven algunas viejas casonas con muros de adobe y techos de teja. Bellas y peculiares, estas construcciones le dan un aire especial a esta ciudad.

11:00 horas
Recorremos las tres o cuatro cuadras que separan al Jardín Principal de un cerro arbolado con un templo encima. Se trata del Santuario del Señor del Sacromonte. Este sitio legendario fue también un espacio sagrado en tiempos prehispánicos. Más tarde, Fray Martín de Valencia y los demás franciscanos que evangelizaron esta área lo cristianizaron. El famoso fraile citado vivió aquí como ermitaño sus últimos días en 1534. El santuario en sí se encuentra en lo alto y es un complejo de capillas, escalinatas y otras estructuras superpuestas. El cementerio adyacente y el heno que cuelga de las ramas de los árboles le da al lugar un aire un tanto sombrío. Por lo demás, la gente de Amecameca cuenta infinidad de leyendas en torno al Sacromonte, un sitio que vale la pena visitar.

12:30 horas
Salimos de Amecameca rumbo al oriente por la calle Mariano Abasolo. El bosque poco a poco le gana terreno a pueblos y milpas. A cuatro kilómetros del centro llegamos al Bosque Esmeralda, un espectacular parque ecoturístico. Sus cien hectáreas se extienden sobre la Cañada de Alcalica que baja del Iztaccíhuatl. Este parque recién inaugurado en 2012 ocupa casi un tercio de su superficie en un vivero de árboles de Navidad que comenzará a operar en fecha próxima; otra parte importante se dedica a la restauración forestal completa. Aparte mantiene una porción importante de bosque original. Entre todo ello tiene sus instalaciones y áreas para el visitante: espacios para campismo, palapas con asadores, una cabaña para ocho personas, salón para eventos sociales -que incluirá pronto el Museo de la Revolución-, dos tirolesas que suman trescientos ochenta metros de longitud, senderos para ciclismo de montaña, caminatas y paseos a caballo. A nosotros nos atrajo el canopy, se trata de una ruta que va entre grandes pinos, pero sin tocar el suelo: puentes colgantes, puentes tibetanos (únicamente sostenido por cables), tirolesas y, para bajar, una línea de rappel, en total ciento cincuenta metros con seis retos distintos.

Dentro del predio hay una enorme roca con petroglifos, la llaman la Piedra de Tláloc por una figura del dios náhuatl que aparece dibujada. Afuera, cerca del parque está también la Piedra del Conejo, una gran roca de andesita con una serie compleja de grabados de origen azteca. Entre estos grabados se cuenta una larga serie de glifos calendáricos y el conejo que bautizó el hallazgo. Antes de irnos del Bosque Esmeralda pasamos al restaurante a comer unos ricos tlacoyos.

16:00 horas
Regresamos al centro de Amecameca y al sur del poblado tomamos la carretera a Paso de Cortés, que en veintitrés kilómetros lo pone a uno sobre el puerto de montaña más famoso del país. Su nombre se debe al conquistador extremeño quien, para llegar y conquistar la Ciudad de México (Tenochtitlan), entró al Valle de México por este lugar. El ascenso es fabuloso. Uno va atravesando el precioso bosque de la Sierra Nevada, siempre preguntándose cómo un rincón natural tan rico y verde subsiste junto a la mancha urbana del Distrito Federal. Solo de vez en cuando aparece algún puesto de quesadillas, un sendero ecológico o la entrada a un parque ecoturístico.

Y arriba, parece que los volcanes se le vienen a uno encima; solo por verlos, el viaje vale la pena. Bajamos del auto y estuvimos un largo rato admirando, al norte, el Iztaccíhuatl, con su serie de cumbres nevadas, y al sur, el Popocatépetl con sus robustas fumarolas, o como dice la gente de la zona: la Volcana y el Volcán. Parecen al alcance de la mano, pero lo cierto es que sus cimas están aún lejanas. Paso de Cortés se ubica a tres mil seiscientos metros sobre el nivel del mar, mientras que la cumbre del Popocatépetl, la segunda montaña más alta de México, se eleva hasta los cinco mil cuatrocientos cincuenta metros aproximadamente. Las fumarolas señalan el riesgo de la actividad del volcán, y sin duda hay que ser cuidadoso, pero por otra parte son un espectáculo fenomenal que la gente de muchos países envidia.

En el Albergue Paso de Cortés, que es el edificio grande del lugar, preguntamos sobre las actividades en el Parque Nacional Izta-Popo Zoquiapan, es decir, el área protegida en las cumbres de la Sierra Nevada. Nos explicaron que está permitido escalar el Iztaccíhuatl, hacer campismo, ciclismo de montaña y senderismo. Los alpinistas o excursionistas que necesitan hacer uso de los albergues, obviamente deben reservar con bastante antelación. A nosotros que íbamos en plan ligero nos recomendaron recorrer los senderos interpretativos del parque, que requieren pagar el acceso al parque y llenar el registro de seguridad correspondiente. Decidimos transitarlos al día siguiente y pasar esa noche en el cercano Centro Ecoturístico Apatlaco. Así que hicimos algunas compras de agua y golosinas de último momento en el albergue y continuamos nuestro camino.

17:00 horas
A solo cinco kilómetros al noreste de Paso de Cortés, las cuatro cabañas con chimenea de Apatlaco son la mejor opción de pernocta allá arriba, aparte de que el parque es hermoso y divertido. Los últimos minutos de la tarde los invertimos en visitar la cascada cercana, a diez minutos a pie. Es una linda cascada de unos cuantos metros de altura que se alimenta con los deshielos de la nieve de la Mujer Blanca. La cascada es permanente, aunque en tiempo de aguas resulta espectacular. Aparte nos trepamos a la tremenda tirolesa del lugar, que con quinientos cincuenta metros en un solo tramo es la más larga de la región (y una de las de mayor distancia del país). Los menos aventureros rentaron algunas lanchas para disfrutar del atardecer desde la quietud del lago del parque. Para la cena, saboreamos truchas del criadero cercano.

23:00 horas
Nos lo advirtieron: de noche se oyen los aullidos de los coyotes, que a esa altitud deben de sobrevivir de la caza del teporingo (el conejo de los volcanes) o de otros roedores de la zona. Vaya, esto sí que fue un encuentro cercano con la naturaleza. Me asomé esa noche y por supuesto no vi ningún animal, pero sí descubrí un cielo majestuoso, cuajado de estrellas, que envolvía los pies de la Volcana.

Día 2. Domingo

9:00 horas
Tras un desayuno ligero, volvimos a Paso de Cortés, donde pagamos nuestra cuota y comenzamos la excursión por las laderas del Iztaccíhuatl. Seguimos el Sendero Alpino, uno de los diez senderos interpretativos del Parque Nacional Izta-Popo Zoquiapan, con el trayecto marcado y cédulas explicativas de lo que aparece en el camino. La ruta nos lleva hacia el albergue Altzomoni (donde están las antenas del Iztaccíhuatl) y al paraje La Joya.

Las panorámicas de las cumbres de La Volcana y del Valle de México no tienen parangón. Luego de unas tres horas de caminata uno puede quedar algo cansado, pero feliz de haber recorrido este rumbo.

12:30 horas
De vuelta en el coche, iniciamos el descenso y descubrimos a lo largo del camino varias opciones tentadoras: el Sendero Yoloxóchitl (otra de lasvías interpretativas del Parque Izta-Popo), el camino al Parque Ecoturístico El Encanto, el Eco Parque San Pedro… Finalmente nos detenemos a escasos ocho kilómetros del entronque con la carretera vieja a Amecameca en el Parque Ecológico Tlaxaloni La Fumarola, donde disfrutamos una rica pancita y un par de quesadillas en el puesto de doña América.

13:30 horas
Para cerrar el día con broche de oro, nos dirigimos a la Hacienda Panoaya, un parque cultural, ecológico y de diversiones muy peculiar y, desde luego, el más grande, antiguo y mejor equipado parque de la región de los Volcanes. Hay que decir que es punto imprescindible de la Ruta de Sor Juana porque precisamente en la Hacienda Panoaya (o Panoayan, como también se le conoce) vivió Sor Juana entre los tres y los ocho años. La hacienda, que es una joya arquitectónica del siglo XVII, según el historiador del arte Francisco de La Maza, sigue en pie y es de algún modo el corazón histórico y el centro geográfico del parque. Por supuesto, fue uno de los puntos que visitamos en este lugar. Lo llaman ahora Museo de Sor Juana Inés de la Cruz y se trata en efecto de una vieja construcción de tipo hacienda, de modestas proporciones, aunque encantadora.

El parque tiene otras muchas áreas culturales y ecológicas. Está, por ejemplo, el Museo Internacional de los Volcanes, donde explican el fenómeno geológico de los titanes de la tierra. Sin embargo, nuestro preferido fue el Parque de los Venados Acariciables, nombre con el que también se conoce al complejo entero. Este parque es un corral amplio, donde hay algunos venados y uno puede comprarles alimento. Los animales se acercan a uno y comen de la mano, lo cual nos hizo bastante felices a nosotros y a nuestros niños. Pero además de venados, en el corral hay llamas, jabalíes, cabritas y otras especies domésticas.

En otra sección existen animales más pequeños como patos y conejos. Uno puede pasarse horas ahí alimentándolos y acariciándolos.

Un espectáculo que alcanzamos a ver ese mediodía fue Azoombroso, una muestra de distintos animales silvestres como águilas, serpientes, búhos, cocodrilos, tarántulas, monos, erizos y camaleones. Uno puede acercarse a ellos, tocarlos, cargarlos y tomarse una foto con ellos. Aunque todos estos animales son espectaculares, la protagonista de este 2013 es una tigresa de Bengala recién nacida, que recibe más mimos y miradas de cariño que cualquier estrella de cine.

15:00 horas
Comimos dentro de la Hacienda Panoaya, ya que el parque cuenta con el Restaurante El Castillo de los Venados. Algunos de nuestro grupo quedaron satisfechos con los hot dogs y los antojitos que venden en el lugar. Todavía después de la comida algunos fueron al lago y rentaron lanchas de pedales, para pasar el rato. Hay muchos atractivos adicionales: pista de coches eléctricos y de bicicletas, área para jugar con pompas de jabón, paseo en tractor, etcétera. Mi preferido fue, sin embargo, el Laberinto Inglés. Como lo dice el nombre, se trata de un laberinto de tipo británico, o sea, con muros de setos, como los de Harry Potter y el Caliz de Fuego, aunque algo más sencillo y sin hechizos. De todos modos tardé un buen rato en llegar al centro. En eso se nos fue la tarde y hubo que tomar ya el camino de regreso. En definitiva, pensamos, la zona tiene demasiadas cosas como para agotarlas en un solo fin de semana.

Sor Juana en Amecameca

A los tres años llevaron a Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana a vivir a Amecameca; en específico, a la Hacienda Panoaya, situada a poco más de un kilómetro al noroeste del centro del poblado. Esta niña prodigiosa miró semejantes muchos de los atractivos que ahora existen: la Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora, el Sacromonte y su santuario y, desde luego, el magnífico panorama de los volcanes nevados. Llama la atención que la Hacienda Panoaya, donde su abuelo tenía la rica biblioteca que alimentó el talento y la imaginación de la niña Juana, se ha mantenido con pocos cambios desde el siglo XVII.

Aquí en Amecameca, a los tres años, Juana Inés aprendió a leer y a escribir con la amiga, una maestra de primeras letras que enseñaba a su hermana. Lo hizo a escondidas de su madre. También en estos lares se instruyó sobre la lengua náhuatl, que en la actualidad ya no se habla en la región. Años más tarde compuso su primer poema Loa al Santísimo Sacramento, con motivo de las fiestas de Corpus Christi. Su obra fue alabada y premiada por el pueblo. La pequeña Juana tendría unos nueve años cuando dejó este lindo poblado para irse a vivir a la Ciudad de México.

Bosque Esmeralda: lo que viene

A partir de mayo tendrá un pequeño lago con lanchas de pedales de alquiler. Además de su águila cola roja con la que uno puede fotografiarse, pronto contará con corrales de venados y guajolotes silvestres. El lugar ofrece actividades de integración, capacitación y manejo de grupos, además de educación ambiental. Se localiza a cuatro kilómetros del centro de Amecameca. Hay que salir por la calle Abasolo hacia el oriente (es preciso hacer un rodeo para tomar esta calle, porque en el centro su sentido es hacia el poniente). Se ven algunos señalamientos en el camino.
Abre todos los días, de 9:00 a 18:00 hrs.
Acceso: $10.
Tel. 01 (597) 978 4211.

La actividad del volcán

Solo en algunas ocasiones, como en 1994, 2006 y 2012, se ha intensificado la actividad del Popocatépetl hasta niveles que han obligado a la autoridad a cerrar el paso por la carretera de Amecameca a Paso de Cortés. No olvides que desde 1994 el albergue Tlamacas, el punto de pernocta habitual para escalar el volcán, ubicado a cinco kilómetros de Paso de Cortés, permanece cerrado.

Tip

La carretera pavimentada a Paso de Cortés es de dos carriles, pero estrecha. Sobra decir que está llena de curvas, pero cuenta con un gran valor escénico. Cuidado: aunque tiene pocos topes, debes considerar los baches.

El Parque Nacional Izta-Popo Zoquiapan

Abarca la parte alta de la Sierra Nevada (lo que rebasa los tres mil seiscientos metros de altitud sobre el nivel del mar). Si uno solo llega a Paso de Cortés, no hace falta pagar la cuota de acceso ($27 por persona por día). Pero si uno se interna para transitar los senderos interpretativos o para acampar, sí hay que hacerlo, además de llenar una sencilla forma de registro. Quien desee realizar actividades complejas como campamentos de varios días o practicar escalada, debe contactar con semanas de anticipación a las autoridades del parque para solicitar el permiso correspondiente y reservar los albergues. Informes en las oficinas centrales del parque en Amecameca (del lado derecho del atrio de la Parroquia de la Asunción).
Tel. 01 (597) 978 3829 / 3830.

Centro Ecoturístico Apatlaco

Cuenta con cabañas, áreas para acampar, juegos infantiles, paseos a caballo, renta de lanchas y cuatrimotos, tirolesa de quinientos cincuenta metros en un solo tramo, restaurante y puestos de antojitos. El camino de acceso al lugar está señalizado. Es terracería que parece ser ceniza volcánica, pero está suficientemente firme para cualquier automóvil (aunque nosotros lo recorrimos en tiempo de secas).
Abre todos los días, de 8:00 a 18:00 hrs.
Acceso: $10 por persona.
Cel. 044 (55) 1193 5441 (Gregorio de la Cruz Morales).

Hacienda Panoaya

Se localiza a casi kilómetro y medio al noroeste del centro de Amecameca por la vieja carretera a México (federal 115) y está señalizado como Hacienda Panoaya, Parque de los Venados Acariciables o Azoombroso.
Este parque cultural, ecológico y de diversiones abre de martes a domingo de 10:00 a 17:30 horas en horario de invierno y de 10 a 18:30 horas en verano.
Acceso: $40 pesos, que incluye paseo en tractor, área de día de campo y fiesta de espuma, aunque hay otros paquetes. Niños menores de tres años no pagan boleto.
Tel. 01 (597) 978 5050.
Gran parte del parque de la Hacienda Panoaya es accesible en silla de ruedas. Aparte, se prestan sillas de ruedas a las personas que lo necesiten.

6 rutas para conocer la historia de Sor Juana Inés de la CruzManuel Cerón

Ruta 4. Ayapango, hecho de historias y leyendas

Cargado de leyendas, este Pueblo con Encanto recibe con calidez y atmósfera campirana única. Merecen una visita las casonas, el ancestral fresno y su artesanía.

Día 1. Sábado

9:00 horas
Llegamos al centro de Ayapango, a una pequeña plaza cívica donde se concentran varios de los más importantes atractivos del pueblo. Se distingue con claridad el enorme fresno que sobresale entre los techos de teja: es fácil verlo a la distancia desde varios puntos del poblado.

No se trata de un fresno cualquiera porque guarda historias y mitos de la Revolución que a la fecha son uno de los mayores orgullos de los ayapanguenses. Se dice que los valles de la zona oriente del estado, paso obligado hacia el sur del país, fueron el campo de batalla para los ejércitos zapatistas, que llegaban de Morelos, y las tropas federales a cargo de Venustiano Carranza. Si bien Ayapango se mantuvo al margen de los combates, era inevitable que ambos bandos utilizaran el fresno, cuya edad data de hace quinientos años, para colgar a los aprehendidos durante los enfrentamientos.

Con tantos caídos, es natural que hayan surgido leyendas. Los lugareños cuentan que en las noches oscuras aparecen soldados en ropas de manta y sombreros anchos gastados que permanecen sentados bajo el fresno viendo hacia los manantiales de Cuautla; o bien, militares federales con roídos uniformes que dirigen su mirada hacia el lago de Texcoco.

En la plaza se encuentra un quiosco de mediana altura y rodeado por bancas, todo muy bien cuidado como el resto del pueblo.

9:30 horas
Justo en frente de la plaza se encuentra la Iglesia de Santiago Apóstol, cuyo atrio, circundado por una muralla almenada, clásica de los templos de la región durante los siglos XVI y XVII, resguarda un gran jardín. Este lugar es un paso obligado para quienes cruzan el poblado a pie, ya que las bardas del atrio se abren para facilitar el traslado del oriente al poniente del pueblo. El templo tiene una base de cruz latina y se anexó a los restos de la antigua portería la actual casa cural. La fachada tiene detalles barrocos: sobresalen los ornamentos salomónicos de la portada y las columnas del primer cuerpo de la torre.

10:30 horas
Salimos del atrio hacia las calles de Ayapango, donde reside su principal atractivo. Tanto por los materiales -hierro, teja, madera y adobe- como por su distribución, la arquitectura civil del poblado guarda cierto aire afrancesado. Las aves se posan, para tomar el sol, sobre los techos a dos y a cuatro aguas que se juntan unos a otros en las intersecciones de los edificios, ninguno mayor a tres plantas. Los interiores de las casas presumen enormes patios centrales con jardines floreados. En las partes superiores, por su parte, abundan los tapancos de madera, utilizados alguna vez para guardar los granos o sencillamente como bodegones o viviendas. En su mayoría las casas fueron construidas entre el siglo XIX y el XX. Muchas de ellas conservan nombres que vienen de sus ancestros de origen indígena y así son reconocidas: Pelaxtitla, Pepetlipa, Xaltepa, etcétera.

Edificaciones como la Casa Grande o la Casa Afrancesada fueron dignas de varias fotografías. Rodearlas y seguir derecho por las calles del centro del poblado resultó la mejor forma de pasar la mañana.

13:30 horas
Los pasos nos condujeron hasta la Casa de Cultura Aquiauhtzin Cuauhquiyahuacatzintli, lugar que nos llamó la atención por su estructura con ventanales y detalles góticos que resaltan desde lejos de entre la arquitectura tradicional del pueblo. Significó un reto pronunciar el nombre de la casa de cultura. Ahí nos enteramos de que las primeras noticias prehispánicas de estos rumbos datan de 1430, cuando nació Aquiauhtzin Cuauhquiyahuacatzintli, noble y autor del canto La enemiga, el cual se entonó en el Palacio de Axayácatl en Tenochtitlan, pero que con el tiempo se adoptó como icónico de esta región. Cuando estuvimos cerca, escuchamos música que salía entre aplausos y cantos; la razón: aquí se imparten talleres de arte y expresión, como danza folklórica, pintura, manualidades con hojas de tamal y tallado en madera, entre otras.

14:30 horas
Los atractivos turísticos se complementan con puntos localizados a escasos dos kilómetros hacia el sur de Ayapango. Uno de ellos es El Calvario, las ruinas de una construcción franciscana del siglo XVII. Los vestigios pueden apreciarse desde la carretera, a treinta metros del camino. Nos dirigimos hacia ellos para recorrerlos. Por los fragmentos de la arquería y las paredes, muchas de ellas ya en el suelo, se deduce por sus detalles que se trató de una construcción notable. En este lugar, aseguran los locales, ocurren apariciones de sombras y se escuchan las voces de los antiguos indígenas resistiéndose a la evangelización franciscana. Algo es seguro: desde aquí la vista del Iztaccíhuatl resulta envidiable para quien vive en este y el otro mundo.

Continuamos por en el mismo sendero y nos encontramos con el Parque Unidad Deportiva, abierto hace dos años y localizado a dos kilómetros. Ofrece opciones para distraerse, en especial si se es niño, ya que cuenta con juegos, aparatos de ejercicio, pista para correr y varias canchas en una planicie con una vista privilegiada.

16:30 horas
Regresamos al centro. Visitamos la Casa Tehualixpa (Ramos Millán No. 5, Centro. Tel. 01 (597) 982  4126. Abierto viernes, sábado y domingo de 9:00 a 20:00 hrs), el lugar idóneo para comprar artesanía local. Si bien existe la tradición de confeccionar figuras de hoja de maíz y de madera tallada, recientemente un grupo de artesanos se ha dado a la tarea de promover las velas decorativas y la pintura miniatura en granos de maíz. Jorge Díaz, creador de las velas decorativas, comenzó con la manufactura en la década de los noventa del siglo pasado; hoy sus diseños se venden en el DF, Puebla, Querétaro y el Estado de México. Las velas se conforman por una sucesión de capas de distintos colores; una vez calientes, se cortan y doblan las hojas resultantes hasta lograr abigarrados diseños. En conjunto, se forman familias de velas de distintos tamaños de excelente manufactura. Aquí también venden las pinturas en granos de maíz: sus trazos reflejan paisajes, animales o imágenes religiosas detalladas de estilo realista cuyo lienzo es un área no mayor a un centímetro cuadrado. Empotradas en pedazos de madera, todas son piezas únicas. Concluimos con una grata sensación nuestro día por este Pueblo con Encanto.

Templo Evangélico Príncipe de Paz

No dejes de visitar el Templo Evangélico Príncipe de Paz, que se encuentra justo enfrente de la casa de cultura. Ambos edificios se levantaron en 1880 y fueron diseñados con fines religiosos por un grupo evangelista. Sobresalen sus detalles arquitectónicos con reminiscencia gótica, ya que son obra del mismo arquitecto.

Hallazgos del pasado

Descubre en el interior de la casa de cultura una colección de figurillas y restos prehispánicos que han sido encontrados en las inmediaciones de Ayapango y que hoy son patrimonio del pueblo.

Casa de Cultura Cuauhquiyahuacatzintli
20 de Noviembre y Jaime Nunó.
Tel. 01 (597) 982 4128.

6 rutas para conocer la historia de Sor Juana Inés de la CruzManuel Cerón

Ruta 5. Ozumba, vigía de las fumarolas

Los martes se viste de flores, animales, frutas y verduras. En cualquier otro día de la semana, en el Ex Convento de Vicente Ferrer, se muestra la pila bautismal donde la Décima Musa fue bautizada, también encontramos casas históricas, pinturas rupestres y hermosos parajes.

Día 1. Martes

9:30 horas
Entramos a Ozumba sin llegar al centro porque las calles están cerradas. ¿La razón? El tianguis del martes, que es uno de los más vivaces del Valle de México. Los puestos invaden el poblado y hacen surgir su álter ego con muchos olores agradables, ruidos y gritos (el “¡Bara! ¡Bara!” irrumpe por doquier), colores y formas para hipnotizar a cualquiera. Hay calles enteras que toman otros motes: una se vuelve la de las cazuelas; otra, la de la ropa. Uno encuentra desde refacciones para bicicleta hasta hierbas medicinales. Es difícil asegurar si se trata del tianguis más extenso de la región, pero en definitiva es uno de los más intensos y dignos de visitarse, porque aquí ocurren cosas que no se descubren en mercados urbanos, como el trueque y los animales vivos. No solo están los marchantes con sus huacales llenos de legumbres o sus bolsas cargadas de chiles secos, sino también llevando costales de frijoles o cargando chivos y gallos. Quedamos fascinados y confirmamos que el martes es el mejor día para darse una vuelta por Ozumba.

10:30 horas
Entre el bullicio del mercado llegamos al mero centro de Ozumba. Los puestos respetan la explanada de la Plaza Estado de México, que ahora luce un par de hermosas palmeras, un quiosco nuevo, un escenario amplio para eventos cubierto de una elegante velaria (techo cuyas formas evocan a las velas de las embarcaciones) y en el centro un asta bandera. Debajo del escenario hay un largo corredor gastronómico de calle a calle donde uno encuentra desde mariscos y hot dogs hasta tradicionales quesadillas y tlacoyos. Pero nosotros solo queremos descansar, así que subimos a la Cafetería La Parroquia, que se localiza al lado derecho del escenario. Aparte de café, té, chocolate y bebidas frías ofrecen algunos platillos. Pero lo mejor del lugar es su agradable vista de la plaza, de la parroquia y, en un día claro, del Iztaccíhuatl y el Popocatépetl.

11:30 horas
Uno de los puntos estelares de la Ruta de Sor Juana es la Parroquia de la Purísima Concepción que en seguida visitamos. El historiador Francisco de la Maza, en su libro La Ruta de Sor Juana, señala que este templo se erigió en 1697; es decir, dos años después de la muerte de la poetisa. Sin embargo, el convento franciscano al que pertenecía probablemente fue fundado a finales del siglo XVI. Muchos de sus detalles son barrocos y resultan espectaculares. En el ábside hay un grandioso retablo dorado de orden salomónico (con columnas de fuste helicoidal) realizado por el escultor Francisco Peña Flor en 1738. De tres cuerpos y cinco calles, remata con la figura de Dios Padre rodeado de ángeles. Varios retablos barrocos se distribuyen por otros muros del templo. En el crucero, arriba a la derecha, hay una tribuna; esto es, una suerte de balcón que permitía a los frailes asistir a misa sin dejar el claustro. Sus delicadas celosías están completas. Según don Francisco de la Maza esta tribuna es “la mejor de México”. En el exterior, el templo luce también una elaborada portada que en su parte central superior ostenta la figura de Dios Padre.

De tiempos de Sor Juana o antes solo queda la otrora portería del convento que ahora comunica al atrio con la casa parroquial. Ahí se encuentran algunos murales que en sus orígenes (hace unos cuatrocientos años) se pintaron al fresco y fueron renovados al óleo en 1848. Esos murales, aunque intervenidos y un poco borrosos, poseen un enorme valor histórico. Presentan escenas de los inicios de la evangelización en la Nueva España; de izquierda a derecha: los tres primeros franciscanos (Fray Pedro de Gante, Fray Juan de Ayora y Fray Juan de Tecto); la llegada de los doce franciscanos al mando de Fray Martín de Valencia y la reverencia que les hicieron los conquistadores; el martirio de los niños tlaxcaltecas y el castigo de Hernán Cortés por haber llegado tarde a misa. El segundo mural, que se refiere al hecho histórico de la llegada de los doce franciscanos, incluye también a Cuauhtémoc; tal vez se trata del retrato más antiguo que se conozca del rey azteca.

Otra joya artística de Ozumba es la Capilla de San Francisco, en el barrio del mismo nombre. Además de un hermoso retablo churrigueresco, esta capillita virreinal conserva varios de sus antiguos lienzos, que parecen recientemente restaurados porque lucen de maravilla. Es necesario tomar en cuenta que los martes, por ser día de tianguis, la capilla permanece cerrada.

12.30 horas
A modo de desayuno-comida acudimos al tianguis y disfrutamos unos tacos de sabrosa cecina, aunque algunos otros miembros de nuestro grupo prefirieron la carne enchilada. Por lo demás, lo que ofrece el mercado en cuestión gastronómica es variadísimo: desde mojarras fritas y pescado empanizado, quesadillas, sopas y caldos, hasta jicaletas (paletas de jícama cubiertas de distintos polvos enchilados), mangos y otras frutas preparadas.

13:30 horas
Atravesamos Ozumba para ir al poblado vecino de San Vicente Chimalhuacán-Chalco (sin relación con los municipios de Chimalhuacán o Chalco). La gente de la región prefiere llamar a este pueblo simplemente Chimal. De centro a centro no es más de kilómetro y medio, aunque en martes es preciso rodear el tianguis.

El camino cuenta con un antiguo monumento que recuerda el arreglo de esa vía a fines del siglo XVIII: “Siendo rey de las Españas Carlos IV”. Por lo visto, el gusto de los gobiernos por alabar las obras públicas ya tiene una tradición de siglos. Luego aparece la maravilla del Templo y Ex Convento de San Vicente Ferrer. Este fue uno de los primeros conventos fundados por los frailes dominicos en la Nueva España, aunque el edificio que ahora existe es quizá de fines del siglo XVI. Templo y convento (ahora casa parroquial) cierran en martes, pero pudimos admirar el bonito atrio que conserva muchos de sus viejos árboles y tumbas. Además, destaca la bella portada del templo, de estilo plateresco, aunque con elementos mudéjares y del arte tequitqui. Para don Francisco de la Maza y su antecesor en la historia del arte mexicano, don Manuel Toussaint, se trata de una obra maestra del siglo XVI. Por la ventana de abajo a la izquierda alcanzamos a ver el bautisterio, donde se encuentra una pila bautismal que es de las más antiguas de México. En ella, como lo advierte un letrero que le agregaron a la portada en décadas recientes, bautizaron a la niña Juana Inés de Asbaje y Ramírez.

15:00 horas
Continuamos nuestro camino hacia San Juan Tepecoculco, un pueblito situado a unos seis kilómetros al sureste de Chimal. El camino nos brindó panorámicas espectaculares del Popocatépetl y sus incesantes fumarolas. Al llegar al poblado subimos a su parroquia, que es un modesto edificio con techo de dos aguas que muestra inscripciones de cuando fue construida en 1673 y remodelada en 1829. También tiene en su portada viejos relieves virreinales, incluido uno con el águila bicéfala -tal vez en referencia a la corona de Habsburgo- debajo de la ventana coral. Al fondo, se levanta el cono volcánico del Popocatépetl. El 27 de diciembre, para las fiestas de San Juan Evangelista, el atrio de este templo se llena de colorido y música con la verbena popular y el brinco de los chinelos.

Nos habían hablado de una iglesia que conservaba escalinatas prehispánicas, pero no es la parroquia, sino la capilla del barrio de San Martín, separada unos trescientos metros de la anterior. Esta capilla está en una media meseta. Sobre la ladera de esta meseta, entre altos pinos, se abren paso anchas escalinatas que, efectivamente, bien podrían haber sido de un adoratorio prehispánico. El lugar es muy especial.

16:30 horas
Enfilamos de nuevo al norte, hacia Ozumba y más allá. Unos tres kilómetros al norte de Ozumba, sobre la carretera México-Cuautla, está la entrada a Popo Park, un antiguo y raro fraccionamiento campestre. Con más de cien años de edad, este lugar tiene un conjunto de elegantes casonas de aires europeos. Pero su encanto no es meramente arquitectónico. Alguien se encargó de poblar el rumbo con altísimos cedros, lo cual le da una atmósfera hermosa y sombría. Como pretexto para conocer el rumbo entramos a la Iglesia de San Francisco de Asís, construcción modernista con reminiscencias góticas del siglo XX y obra de Honorato Carrasco. Se localiza a unos setecientos metros de la carretera, por los arcos que están pasando el módulo de vigilancia. Cerca, se ubica otro edificio notable: la Casa de Porfirio Díaz, que curiosamente no es ni la más grande ni la más bonita de la zona. Se dice que fue una especie de casa de campo del general y presidente. Está sobre la calle Rosario, unos trecientos metros al norte de la mencionada iglesia. Es propiedad privada y no está abierta al público, pero nada impide apreciarla desde fuera.

17:30 horas
Terminamos la jornada con una comida-cena ahí mismo en Popo Park, donde se reúnen varios de los mejores hoteles y restaurantes de la zona justo a pie de carretera. A unos trecientos metros al norte de Popo Park llegamos al Restaurante Español Popocatépetl (Km 36.5, carretera México-Cuautla, Tel. 01 (597) 976 8297). Algunos pidieron fabada asturiana, butifarra o caldo gallego; otros más, platillos mexicanos tradicionales del rumbo, como el mixiote de carnero y los chiles rellenos. Como sea, todos le dimos un sabroso remate a un buen día de excursiones culturales y panorámicas.

Sor Juana en Chimal y Ozumba

Sor Juana recibió el sacramento bautismal en la Iglesia de San Vicente Ferrer en San Vicente Chimalhuacán, comúnmente conocido como Chimal, que es la parroquia que correspondía a Nepantla. Según el acta, el bautismo tuvo lugar el 2 de diciembre de 1648, o sea, cuando la bebé tenía veinte días de nacida, aunque el letrero de mosaicos en aquella iglesia apunta el año de 1651.

No se sabe si Sor Juana vivió algún evento importante de su niñez en Ozumba o, siquiera, si conoció este poblado. Es probable que sí, puesto que tenía familiares aquí. Pariente descendiente, posible sobrino bisnieto de la poetisa, el ilustre científico José Antonio Alzate nació en Ozumba en el siglo XVIII.

Un brillante sobrino de Sor Juana

Quizá había lazos de sangre entre la Décima Musa y el sacerdote y sabio José Antonio Alzate (1737-1799), oriundo de Ozumba. Sus investigaciones abarcaron infinidad de campos del conocimiento: física, historia natural, geografía, cartografía, arqueología, astronomía, química, biología, política. A diferencia de su lejana tía abuela, pocos estudios se han dedicado a este genio mexicano del siglo XVIII. En su honor, su pueblo natal se llama ahora Ozumba de Alzate.

Templo y Ex Convento de San Vicente Ferrer

No olvides apreciar con detenimiento en el interior del templo, en los muros laterales, los seis bellos retablos barrocos y churriguerescos. Los inmuebles están abiertos los lunes y de miércoles a viernes entre las 10:00 y las 13:00 horas. Pero se recomienda llamar antes a las oficinas parroquiales para asegurar que puedan abrirte el día de tu visita. Tel. 01 (597) 976 1315.

Una pila monolítica

La pila de la iglesia de San Vicente Ferrer en Chimal es la más antigua de la Nueva España, según don Francisco de la Maza. En medio de la taza, entre dos franjas labradas con motivos vegetales muestra la inscripción: ANNO DNI MQXLII PONTIFICANTE PAVLO TERTIO AD LAUDEM DEI, que significa: Año del Señor de 1542, en el pontificado de Paulo III, a la gloria de Dios. Como suele ocurrir con las pilas bautismales mexicanas del siglo XVI, está labrada en una sola roca.

Tip

No olvides acudir al barrio de San Francisco en Ozumba y a Chimal durante un fin de semana, pues en ambos lugares los principales edificios religiosos cierran los martes. En San Francisco no debes perderte la capilla; en Chimal sería imperdible que no conozcas el Templo y Ex Convento de San Vicente Ferrer, ya que ahí sigue en pie ni más ni menos que la pila bautismal donde la niña Juana recibió el santo sacramento. Ambos atractivos resultan visitas indispensables dentro de la Ruta de Sor Juana.

La Mariposa Monarca del Popocatépetl

Se sabe que los refugios invernales de la hermosa mariposa monarca se ubican en los límites occidentales del Estado de México. Sin embargo, este insecto trinacional (migra de Canadá a México y viceversa, atravesando Estados Unidos) llega también a un bosque de oyamel en las faldas del Popocatépetl. Este santuario es el de Joya Redonda, que se ubica en tierras del municipio de Atlautla, a una hora de camino del pueblo (por la carretera a Ecatzingo y una terracería). Junto al bosque que alberga a los lepidópteros dorados hay un agradable prado y áreas para descansar, pero no hay más servicios para el turista.

Si deseas visitar este santuario, ponte en contacto con las autoridades de turismo del municipio de Atlautla. Tel. 01 (597) 976 2359 / 976 2360.

6 rutas para conocer la historia de Sor Juana Inés de la CruzManuel Cerón

Ruta 6. Tepetlixpa (Nepantla), donde todo comenzó

El despliegue de Tepetlixpa es un tanto excéntrico, puesto que sus principales espacios públicos están dispersos en distintos puntos del pueblo. Nepantla, en cambio, se vuelve un destino indispensable por ser la cuna de la Décima Musa.

Día 1. Sábado

9:30 horas
Por la antigua carretera México-Cuautla (federal 115) llegamos fácilmente a Tepetlixpa. Es sorprendente lo cerca que está de Amecameca y, sobre todo, de Ozumba. Visitamos primero la Parroquia de San Esteban Protomártir, visible desde lejos por su ubicación en lo alto de un cerro. Este templo recuerda el siglo XVI por su portada sobria y su amplio atrio rodeado por un muro de piedra interrumpido por espléndidos juegos de arcos. Por cierto, el que está frente a la iglesia ostenta como remate una imagen que parece de San Miguel Arcángel vestido a la usanza barroca. Desde ahí, en los días claros la vista es magnífica: el templo con el volcán Popocatépetl y sus rollizas fumarolas al fondo.

Si este templo tuvo convento, ya lo perdió. En cambio, en su interior conserva un viejo retablo barroco con algunas muestras de policromía. Aunque incompleto, aún tiene un par de lienzos antiguos. A su izquierda, en el presbiterio hay un gran cuadro de ánimas con Cristo crucificado y a manera de intercesores, San Francisco y Santo Domingo, los fundadores de las grandes órdenes religiosas mendicantes. Hay también otras imágenes cristológicas dentro del templo.

10:30 horas
El despliegue urbano de Tepetlixpa es un tanto excéntrico, puesto que sus principales espacios públicos están dispersos en distintos puntos del pueblo. Para conocer más el poblado, lo recorremos poco a poco. Una cuadra al sur de la parroquia, por ejemplo, encontramos la Casa de Cultura Rosario de la Peña (Francisco Sarabia y avenida Morelos), un edificio decimonónico que ahora está siendo restaurado. Su nombre honra a la poetisa y amiga de famosos poetas del siglo XIX, como Manuel Acuña, Ignacio Ramírez y José Martí, entre otros. En contra esquina está la Presidencia Municipal. La siguiente calle al sur, Benito Juárez, conduce hacia el poniente a la Monumental Plaza de Toros, con capacidad para ocho mil espectadores, que vale la pena conocer cuando se celebra algún evento. En sentido opuesto, la misma vía lleva a la Plaza Cívica, una agradable explanada con su quiosco y lo que antes fue el mercado municipal.

12:30 horas
Seguimos avanzando hacia el sur y sobre la calle 5 de Febrero hallamos primero -en la esquina con Sor Juana Inés de la Cruz- los restos de la antigua Capilla de la Asunción; luego, un par de cuadras al oriente, llegamos al colorido Santuario del Dulce Nombre de Jesús, donde se venera la imagen de Cristo crucificado así conocida.

Cuenta la historia que unos peregrinos procedentes de Huazulco, Morelos, pasaron por aquí en algún año entre 1830 y 1840. Llevaban cargando la imagen. Para pernoctar, la gente de Tepetlixpa los acogió y ayudó a poner una capilla provisional para la bella escultura. Pero al día siguiente, cuando los peregrinos quisieron continuar su camino, no pudieron levantarla ni con la ayuda de amigos. La gente de Tepetlixpa entendió entonces que el Cristo quería quedarse con ellos y compraron a los de Huazulco la imagen. Desde entonces está ahí. A lo largo de las décadas, se le ha ido construyendo su santuario, cuyo interior ahora está decorado con brillantes pinturas de colores con escenas evangélicas. El Dulce Nombre de Jesús, que recibe peregrinos de la región y otras entidades de la República, es festejado con alegría durante el mes de enero.

14:30 horas
Quizá estimulados por el horario, descubrimos otra de las grandes virtudes de Tepetlixpa: su comida. Quizá no hay poblado en México con mayor número de restaurantes por habitante. Suman docenas los que están a la orilla de la vieja carretera México-Cuautla (federal 115). En ellos uno encuentra quesadillas, tlacoyos, tamales, pancita, sopa de médula, etcétera. La cecina se sirve y se vende para llevar, lo mismo que la deliciosa longaniza. Hay también nata y pan dulce de variadas clases que puede acompañarse con ella, aunque lo clásico son los cocoles. Los del grupo probamos un poco de todo.

15:00 horas
Seguimos hacia el sur por la carretera a Cuautla, pero al salir de Tepetlixpa, nos dimos cuenta de que todavía teníamos espacio para el postre, así que paramos en La Cabaña Tepetlixpa, una casita a pie de carretera justo al sur del pueblo, donde venden pulque natural y curados de nuez, avena, guayaba, piña, apio, mango. Sabrosísimos. No faltó quien pidiera, además, aguamiel, por la fama de sus propiedades curativas.

15:35 horas
Llegamos a San Miguel Nepantla, que está a escasos siete kilómetros al sur de Tepetlixpa. La distancia, aunque corta, es suficiente para apreciar el cambio de clima. Mientras que Tepetlixpa comparte el aire frío y el entorno de coníferas del sureste del Valle de México, en Nepantla se siente con fuerza el calor de los valles de Morelos. Los pinos poco a poco desaparecen para dar lugar a encinos o, en los jardines domésticos, a brillantes bugambilias.

Visitamos primero el Centro Cultural Sor Juana Inés de la Cruz, un complejo del Instituto Mexiquense de Cultura con varios espacios interesantes. Uno de sus salones da cobijo a las ruinas de la casa donde nació Sor Juana Inés de la Cruz. Por siglos, las ruinas de la vieja finca en donde se dice que nació estuvieron a la intemperie. Sin embargo, en 1995 se construyó este centro cultural donde ahora están resguardadas. No se ve más que la base de los muros de piedra de un recinto. El salón está decorado con mosaicos donde aparecen escritas las famosas redondillas de Sor Juana, así como tres de sus más conocidos sonetos. De los muros cuelgan también lienzos con pinturas alusivas a la poetisa hechos por distintos artistas, como Alfredo Zalce, Leopoldo Flores, Guillermo Ceniceros, Enrique Cattaneo y Roberto Ortega Guerrero, entre otros.

Llama mucho nuestra atención otro salón aledaño que es una especie de museo de Sor Juana Inés de la Cruz. Se muestran reproducciones de pinturas clásicas de la poetisa y de documentos suyos, así como maquetas de recintos determinantes en su vida, como la capilla de Chimal donde fue bautizada, y el convento de San Jerónimo en la Ciudad de México, donde pasó sus últimos veintiséis años de vida como monja de clausura. Más impresionantes aún son algunas obras de arte virreinal que agregaron: pinturas, esculturas y numerosos muebles como sillas, bargueños y baúles. Ese salón cuenta además con un estante de libros en venta.

El centro cultural tiene también una pequeña biblioteca, talleres, salas para música, danza y conferencias y un foro al aire libre, que en el clima templado de Nepantla resulta acertado. Como el día de nuestra visita no tenían ninguna actividad programada optamos por caminar en los jardines donde pudimos admirar las esculturas de Gastón González, Rómulo Rosso y Philip Zarkin relacionadas con Sor Juana.

En definitiva, tanto por su despliegue de arte, como por las ruinas de la casa de la Décima Musa, el lugar es un punto imprescindible de la Ruta de Sor Juana.

17:15 horas
Al salir dedicamos algunos minutos a ver y fotografiar un puente que se veía desde el centro. Se trata de un antiguo Puente del Ferrocarril Interoceánico, el tren de vía angosta que iba de la estación de San Lázaro, en la Ciudad de México, a Cuautla, Morelos. El paraje es lindo y cuenta, además, con una vieja locomotora a manera de monumento.

Estábamos a punto de subirnos al coche para emprender el regreso cuando vimos el anuncio del Museo de Serpientes Vivas El Teutle, ubicado cincuenta metros más allá del centro cultural. Caminamos el tramo y efectivamente hallamos el lugar, que fue una sorpresa interesante y divertida. Este herpetario -uno de los pocos que hay en nuestro país fuera de los zoológicos- abrió sus puertas en 2009, por eso no es tan conocido. Muestra más de medio centenar de serpientes. Aunque algunas de ellas son extranjeras -pitones de Borneo y de África, por ejemplo-, la mayoría son mexicanas. De hecho, este museo se especializa en víboras de cascabel, que son nativas de América, y de las que México, por cierto, es el país con mayor número de especies. Pudimos admirar cascabeles diamantadas, neotropicales y serranas -también llamadas cola negra o teutle-. Todas ellas son tan fascinantes como letales; aparte, ver comer a estos reptiles es un espectáculo increíble.

No faltó quien de nuestro grupo se tomara una foto con una inofensiva boa. De recuerdo compramos libretas recubiertas con piel de víbora. Nos advirtieron que no sacrifican a los reptiles para hacerlas, sino que utilizan sus mudas naturales. En fin, el lugar resultó un cierre apropiado para un día de excursión excelente.

Sor Juana en Nepantla y Tepetlixpa

Sor Juana Inés de la Cruz nació en una pequeña hacienda que su abuelo arrendaba de los frailes dominicos en San Miguel Nepantla. En cuanto a Tepetlixpa es difícil saber si la niña tuvo mayor relación con el poblado, salvo que probablemente pasó por él cuando, a los tres años, se la llevaron a vivir a Amecameca.

En Nepantla

No hay señalamientos en Nepantla. Solo hay un poblado, un crucero con puente peatonal y vías laterales para que los autos den la vuelta. Para llegar al Centro Cultural Sor Juana Inés de la Cruz y al Museo de Serpientes Vivas El Teutle es necesario doblar al sur (abajo). Los recintos se hallan a seiscientos metros al fondo de la cañada.

Centro Cultural Sor Juana Inés de la Cruz

Se sabe que la habitación donde nació Sor Juana era llamada La Celda, pero es imposible asegurar que las ruinas correspondan a ella.
Circuito Sur s/n, Casco Urbano.
Tel. 01 (597) 977 3038.
Abre de martes a sábado, de 10:00 a 18:00 hrs y domingo de 10:00 a 15:00 hrs.

Museo de Serpientes Vivas El Teutle

También muestra en su colección un buen número de tarántulas, tortugas, iguanas y hasta un pequeño cocodrilo Moreletti y un formidable monstruo de gila.
Carretera núm. 115 México-Cuautla.
Tel. 01 (55) 4327 9234.
Abre de lunes a domingo, de 10:00 a 18:00 hrs.
www.elteutle.com.mx

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autor Periodista e historiador. Es catedrático de Geografía e historia y Periodismo histórico en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México donde intenta contagiar su delirio por los raros rincones que conforman este país.
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