Macario, un clásico de Día de Muertos
Macario es la película de Día de Muertos que muestra con mayor fidelidad las tradiciones mexicanas. Te contamos sobre ella.
Macario es una película mexicana de 1960 dirigida por Roberto Gavaldón. A su vez, la historia es una adaptación de la novela homónima de B. Traven, quien se inspiró en el cuento «La muerte madrina » de los Hermanos Grimm.
Sinopsis
El filme tiene por escenario el virreinato de la Nueva España, donde un humilde leñador de origen indígena llamado Macario vive al borde de la miseria junto a su familia. Debido a su pobreza, Macario vive obsesionado con poder comer un banquete sin tenerlo que compartir con nadie.
Al ver su sufrimiento, Felipa, esposa de Macario, decide robar un guajolote y dárselo para que él lo coma en soledad. Para evitar que sus chilpayates (hijos) le pidan del animal, Macario se adentra en el bosque.
Ya en el bosque, tres personajes misteriosos se aparecen al indígena y le piden que les comparta de su alimento. El primero de ellos, el Diablo, se muestra vestido como un rico hacendado. Para persuadir a Macario de que le comparta de su comida, Satanás le ofrece distintas riquezas, pero no tiene éxito.
Después, Dios se hace presente bajo la apariencia de un humilde anciano. Del mismo modo que su antecesor, pide a Macario un poco de su guajolote. Pese a ser Dios, el protagonista se niega a compartir de su manjar, argumentando que Él es dueño de todo y no necesita de su pavo.
Finalmente, la Muerte aparece como un personaje famélico y con un ropaje muy semejante a la de Macario. Para convencer al indígena de que le comparta de su comida, le dice que lleva mucho tiempo sin comer, con lo cual Macario se conmueve y acepta convidar parte del ave.
Como agradecimiento, la Muerte le regala una botella de agua milagrosa capaz de curar a cualquier persona. El agua mágica traerá fama y fortuna a Macario, pero también será la causa de su desgracia.
Macario, un éxito internacional
Macario fue interpretado Ignacio López Tarso, quien ganó el premio al Mejor Actor en el San Francisco International Film Festival por su actuación. Tal fue el éxito de la adaptación, que se convirtió en la primera películas mexicana en ser nominada al Óscar como mejor película extranjera. Además, fue nominada a la Palma de Oro del Festival de Cannes y recibió numerosos premios.
Actualmente esta película ocupa el escaño 59 dentro de la lista de las 100 mejores películas del cine mexicano.
Un ícono mexicano
Aunque Bruno Traven vivió en México y se amistó con artistas como Frida Kahlo y Gabriel Figueroa, su novela Macario conserva un espíritu europeo. Por ello, durante la adaptación fílmica Roberto Gavaldón decidió hacer algunos ajustes.
El cambio más imponente es el papel del Día de Muertos, ya que mientras en la novela sólo se menciona de forma contextual, en el filme cobra un amplio protagonismo para mostrar la importancia que tiene el fin de la vida en la cosmovisión mexicana.
Con ello, la personificación de la muerte también sufre cambios agudos. Mientras que en la novela tiene un discurso complejo y vestimentas suntuosas, en la obra fílmica tiene características semejantes a las del protagonista. Lo anterior expresa uno de los aspectos más significativos de la Muerte mexicana, la de su imparcialidad y no discriminación.
El mito ilustrado de forma fantástica es, simultáneamente, un retrato social de las clases más desfavorecidas del siglo XX. Así, todos estos elementos permiten constituir una película cuya principal característica es ser un tributo de la mexicanidad. Esto contrasta con la novela de B. Traven, quien hizo su adaptación a forma de fábula moralizadora.
Finalmente y como curiosidad, cabe mencionar que la mítica escena final de Macario y la Muerte en las grutas de Cacahuamilpa es una reivindicación del cuento de los Hermanos Grimm. Mientras que Traven elimina este acontecimiento, Gavaldón lo retoma para mostrar de forma magistral un rasgo esencial de la concepción de la muerte en México: que nadie puede escapar de ella.
«Esta es la humanidad. Aquí ves arder las vidas tranquilamente. A veces soplan los vientos de la guerra, los de la peste y las vidas se apagan por millares al azar.«
—La Muerte a Macario