¿México fue considerado un país comunista?
México fue considerado un país comunista por Estados Unidos. Te contamos las razones, a qué presidente se le acusó de ello y si fue correcta la apreciación.
Tras la Revolución Mexicana el proceso de reconstrucción nacional tuvo distintos actores, cuya abanico ideológico tenía distintas posturas. Sin embargo, el pensamiento en común de todas ellas se afianzaba en la continuación de la revolución, así como el cumplimiento de las exigencias que la habían detonado. Debido a ello, surgieron distintos movimientos indígenas, obreros y campesinos que rápidamente encontraron un correlato teórico y político en la Revolución comunista de Octubre de 1917 en Rusia.
De acuerdo al historiador Stefan Rinke, «la Revolución Mexicana fue una precursora de la Revolución Rusa. Pese a sus diferencias tenían algunos objetivos comunes. La Revolución Mexicana aspiraba a una distribución social equitativa de la tierra y de la riqueza. Su punto culminante: a principios de 1917 fue adoptada una Constitución con los mayores estándares de derechos sociales a nivel mundial.»
Asimismo, México fue el primer país en establecer relaciones diplomáticas con la Unión Soviética en 1924, existiendo un gran intercambio cultural que influyó en artistas y escritores como Frida Kahlo, María Izquierdo, Octavio Paz y Diego Rivera.
La relación entre México y la Unión Soviética rápidamente generó temores entre las élites. Sin embargo, en 1919 se formó el Partido Comunista Mexicano, mismo que apoyó de forma extraoficial la candidatura de Plutarco Elías Calles, quien se convirtió en presidente en 1924 y fue acusado de comunista.
Antecedentes del «México comunista»
El principal antecedente del suceso fue la promulgación de la Constitución de 1917, la cual poseía una fuerte influencia socialista. Una de las causas fue la cercanía del presidente Venustiano Carranza con el independentista y comunista bengalí Manabendra Nath Roy, quien sugirió formar un grupo político y de masas que protegiera a México de una intervención de Estados Unidos. El país vecino había quedado inconforme con la promulgación del Artículo 27, referente a la soberanía del subsuelo y el petróleo.
Para ello, Roy formó el Partido Socialista de México, del cual se convirtió en su primer secretario general. Sin embargo, para septiembre de 1919 el aparato político sufrió una fractura, ya que algunos radicales al interior consideraban al gobierno como una burguesía emergida de la revolución. Como consecuencia, el 24 de noviembre se formó el Partido Comunista Mexicano (PCM), con Adolfo Santibáñez como secretario general.
Durante la formación se contó con la presencia del soviético Mijaíl Grusenberg Borodin, quien contactó a Venustiano Carranza y a M. N. Roy para asegurarles el apoyo de la naciente Rusia soviética y la Comintern a su gobierno.
«Tras discutir el asunto con algunos amigos íntimos haría saber en el círculo correspondiente que el Partido Socialista se iba a convertir a convertir en Partido Comunista con el consentimiento de don Venustiano Carranza, y que de hecho continuaría la línea política anterior aunque algunas veces sus pronunciamientos públicos se enriquecerían con algunos fuegos artificiales. Se me aseguró que no habría oposición pública a que el Partido Socialista cambiara su nombre y se afiliara a la recién fundada Internacional Comunista».
Escribió M. N. Roy en sus memorias.
La influencia del PCM en el gobierno
Aunque el PCM no participó en las elecciones de 1920 y se dedicó exclusivamente al trabajo con organizaciones obreras, algunos de sus miembros ligados al nacionalismo popular apoyaron la candidatura presidencial de Álvaro Obregón, postulado por el Partido Laborista de Mexicano (PLM) y con ideología de izquierda.
Tras asumir el gobierno, Obregón inició una persecución contra sus opositores, no distinguiendo ideología, por lo cual el PCM fue censurado. Para ganar reconocimiento por parte de Estados Unidos y estabilizar su gobierno, Obregón firma el Tratado de Bucareli en 1923. En dicho documento el gobierno mexicano y estadounidense restablecen garantías para los extranjeros que habían sido derogadas con la promulgación del Artículo 27 de la Carta Magna.
En la firma se realizaron las siguientes tres exigencias:
- Especificación en la constitución de la situación legal de las propiedades petroleras y agrícolas de los extranjeros
- Reanudación del pago de la deuda externa suspendida por Venustiano Carranza.
- Pagar las compensaciones a los extranjeros, que por daños a sus personas o propiedades hayan sufrido durante la lucha revolucionaria.
Plutarco Elías Calles, ¿un comunista en el poder?
Cuando Plutarco Elías Calles asumió el poder en 1924, el petróleo seguía siendo una disputa entre México y Estados Unidos. Calles desconoció la firma del Tratado de Bucareli y echó en marcha la redacción de una nueva ley que se apegara al Artículo 27 constitucional. Inmediatamente el embajador estadounidense en México, James Rockwell Sheffield, llamó a Elías Calles «comunista». El presidente mexicano no se consideraba a sí mismo como comunista, pero consideraba que la revolución debía ser una forma de gobernar y no una posición ideológica. Esto último se tradujo en su anhelo de formar un partido que fuese revolucionario e institucional, simultáneamente. Por otra parte, el gobierno callista defendió la propiedad privada y empresaria nacional.
Durante el gobierno callista se repartió el 62% de territorio nacional a a la comunidad agraria y México permitió la apertura de la Embajada de Unión Soviética. Durante su llegada, el embajador soviético declaró: «ningún país muestra más similitudes que la Unión Soviética y México».
Como consecuencia, el gobierno estadounidense declaró que México era el segundo país bolchevique en la tierra y se refirieron a él como «México soviético».
Calles contra el clero católico en México
Sumado a lo anterior, las relaciones entre Plutarco Elías Calles y el clero católico también permitieron que se le tildara de comunista. Sin embargo, a diferencia de la persecución religiosa en Rusia, que atacaba toda expresión religiosa, el gobierno mexicano solo tenía por objetivo al clero y su monopolio. La persecución religiosa detonó el episodio bélico conocido como Guerra Cristera.
«Sé que esas personas que han venido a gritar «Viva Cristo Rey», [no] lo hacen porque sepan quién fue Cristo, sino porque las han aconsejado en el curato […]. Yo recomiendo a los que están gritando » ¡Viva Cristo Rey!» [que] digan, a quienes les aconsejaron desde el púlpito, ¡que ya nos encontraremos en el campo de la lucha y que los volveremos a derrotar como los hemos derrotado siempre […]! Nosotros no venimos combatiendo ninguna religión; como revolucionarios hemos luchado en contra del clero mismo, porque se respeten todas las creencias y todas las opiniones. A mí me atacan porque saben que no podrían sobornarme nunca, porque entienden, y entienden bien, que sé luchar como revolucionario por el mejoramiento de los desvalidos, contra sus más grandes enemigos: el capitalismo, el latifundismo y el clero.»
Plutarco Elías Calles, 1923.
El socialismo mexicano y la fundación del PNR
Pese a los puntos de encuentro, Calles negó la entrada de comunistas a la república y evitó que se infiltraran en el gobierno; por lo cual su gobierno sólo puede delimitarse dentro del espectro socialista. En 1928 el presidente Plutarco Elías Calles propone la fundación de Partido Nacional Revolucionario (PNR), con carácter netamente socialista pero aglutinaba una mayor diversidad ideológica. A partir de entonces, el PNR fue el puente para aquellos que quisieran acceder al poder.
Durante los gobiernos de los siguientes tres gobiernos presidenciales, Plutarco Elías Calles mantuvo el poder de forma simulada, periodo que se conoció como el Maximato. Con la llegada de Lázaro Cárdenas al poder en 1934, Elías Calles «El jefe máximo de la revolución» fue exiliado del país. Sin embargo, las políticas socialistas continuaron y tuvieron su culmen en la Expropiación Petrolera de 1938.
Finalmente, el triunfo de Manuel Ávila Camacho en 1949 integró nuevos sectores políticos de la sociedad mexicana. Con ello, la tradición revolucionaria de México ligada al socialismo tomó otro rumbo y poco a poco se abrió al liberalismo económico.
Fuente: RICHARDS, Michael D. Revolutions in World History p. 30 (2004 Routledge) ISBN 0-415-22497-7