La ciudad de Saltillo y sus alrededores, un edén desértico por descubrir
Leyendas, fósiles, vinos, aguas termales y mucho más es lo que puedes encontrar en la ciudad de Saltillo y sus alrededores. ¡Descubre con nosotros este mágico destino!
Vive una experiencia única:
Las Playitas en Cuatro Ciénegas, el oasis más fascinante del norte de México
Tenía ganas de escaparme a la ciudad de Saltillo, Coahuila, y visitar lugares tan fascinantes como el Museo del Desierto. Para ello, pensé en volar hacia Monterrey y de ahí trasladarme por tierra a aquel santuario de dinosaurios.
Sin embargo, mientras preparaba todo para el viaje, me enteré que recién se había inaugurado un vuelo directo desde la Ciudad de México hacia mi próximo destino. Me aventuré a probarlo y no me arrepentí.
Por fin llegó el día. Después hacer check-in y registrar mi maleta, una de las encargadas me informó que Aeromar tenía una sala de espera. Esta era para sus viajeros y contaba con refrigerios y bebidas sin costo alguno. Me dirigí hacia allá y aproveché para comer algo.
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De paseo por la ciudad de Saltillo y otros municipios de Coahuila
Aterrizamos minutos después de las 16:00 horas. Quería descansar un poco así que me encaminé hacia el hotel Termas de San Joaquín. Había escuchado que era el lugar ideal para despejarse. No obstante, aquella descripción pronto me pareció insuficiente.
El sitio era amplio y agradable. Aunque, lo mejor vendría después. Luego de disfrutar de un buen corte de carne y de caminar un rato, llegó la hora de la siguiente experiencia. Esta era una inolvidable velada astronómica.
Un grupo de viajeros y yo nos dirigimos al observatorio –que se encuentra dentro de las instalaciones del hotel–. La luna brillaba en lo alto y, gracias a la poca contaminación lumínica, el astrónomo Pablo Lonnie nos mostró las constelaciones y también nos contó algunas de las leyendas que dieron origen al nombre de las mismas.
La explicación era divertida y dinámica. Además, como si la noche no fuera lo suficientemente mágica, todos pudimos apreciar el paso de dos estrellas fugaces. Por supuesto, aproveché para pedir mis respectivos deseos: ¡más noches como esa y más viajes para el siguiente año!
Aguas termales, un oasis romano en el desierto
Al día siguiente y sin importar la frescura de la mañana, me dirigí de inmediato a las aguas termales. Me fascinaba la idea de que, en el desértico estado coahuilense, existiera esta maravilla.
La arquitectura de los baños era de carácter romano y me dejó completamente impresionada. Estar ahí era como retroceder muchísimo tiempo en la historia de la humanidad y cambiar por completo de región. ¡Era un verdadero y paradisíaco oasis!
Finalmente, después de relajarme, y consentir a mi piel en aquellas aguas, cuya temperatura iba de los 38 a los 42 grados, me bañé, desayuné en el restaurante y me preparé para la siguiente parada: el Museo del Desierto.
Museo del Desierto, un lugar extraordinario
Una de las visitas obligadas en la ciudad de Saltillo es al Museo del Desierto. Este lugar no es como ningún otro pero, ¿qué lo hace distinto? Pues bien, aquí se unen tecnología, paleontología, biología y un montón de disciplinas que dan vida a un espacio donde el afortunado visitante no deja de maravillarse.
Por ello, pagué mi boleto ($160 entrada general) y me dispuse a recorrer el museo. En la primera sala había una proyección de video mapping en la que se contaba brevemente el origen de la vida y de cómo esta se ha modificado.
Continué con el recorrido hasta llegar al lugar donde se exhiben imponentes esqueletos de dinosaurios. No está demás mencionar que, en esta zona, se puede observar directamente a paleontólogos en acción.
Más adelante, me encontré robots de dinosaurios que se movían y rugían. Luego caminé hacia un pequeño zoológico donde habitan lobos mexicanos, coyotes y otras especies que vale la pena visitar.
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Vinos & Dinos, una ruta que une vitivinicultura y paleontología
Como buena amante del vino y de la historia, decidí vivir la experiencia de Vinos y Dinos, una ruta que une vitivinicultura y paleontología. Así que, acompañada de un grupo de viajeros –y con previa reservación– nos dirigimos hacia Bodegas del Viento.
Ahí nos esperaba Luis, nuestro divertido anfitrión, quien nos llevó a hacer un recorrido por los viñedos y que a la par nos explicó los procesos para realizar vino.
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Después de eso, pasamos a la parte favorita de muchos: la cata. Ahí degustamos cuatro vinos: Kurdo, Sol de Noche, Rosa de Uva y el complicado Pinot Noir. Todo esto acompañado de una charla amena, pan y deliciosos quesos.
Una noche de leyendas
Para terminar bien la noche, opté por un tour de leyendas. Este se lleva a cabo en el Pueblo Mágico vecino a Saltillo, en Arteaga. Y, para que te des una idea, en lugar de contarte, mejor te comparto el video de esta inolvidable noche en la que abundan historias sobre la Revolución Mexicana y entrañables corridos.
¡La última y nos vamos!
Después de pasar la noche en el Quinta Real, me levanté muy temprano para alcanzar a probar los taquitos de Los Pioneros. Y es que, son tan deliciosos que, si vas después de las 12:00, puede que ya no encuentres nada.
Elegí dos de cachete y dos de barbacoa. ¡Eran exquisitos! Pensé que ya no podía comer hasta que supe que había postres así que pedí un rico arroz con leche para llenar ese «huequito» que me quedaba.
Ahora sí, llena de energía y con la barriga contenta, continué con la ruta de Vinos y Dinos y, junto con otras personas, fuimos trasladados a Rincón Colorado, la primera zona paleontológica abierta al público del país.
Aquí nos acompañó Felisa Aguilar, directora de paleontología, quien, de manera amena, nos explicó sobre los procesos de los descubrimientos de fósiles y sobre el cuidado que se necesita. Así como de la importancia que tiene conocer nuestro pasado para ayudarnos a comprender el presente.
Por último, no podía irme de la ciudad de Saltillo sin visitar el centro, así que me dirigí hacia allá. Visité la Catedral y la Alameda, no sin prometerme que volvería lo más pronto que pudiera para continuar descubriendo todas las maravillas que Saltillo y sus alrededores tienen.
Ahora sí, estaba lista para regresar a la Ciudad de México. Aunque, hice una última parada para comprar pan de pulque para compartirlo con mis seres queridos en casa.
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