¿Qué era un huey tlatoani?
El término tlatoani, de origen náhuatl, se usaba para designar a los gobernantes de las ciudades mesoamericanas; los cuales provenían de una dinastía
Previo a la llegada de los conquistadores en el siglo XVI, varios pueblos de habla náhuatl en Mesoamérica, como los mexicas, habían estratificado sus sociedades y a la cabeza de un altepetl o ciudad, yacía el tlatoani, voz náhuatl que significa el que habla, aunque se entiende como el que gobierna.
Igualmente, al gobernante de varias ciudades se le conocía como wēyi tlahtoāni, castellanizado huey tlatoani, que significa el gran orador. Ejemplo de esta máxima autoridad fue Moctezuma Xocoyotzin, quien gobernaba la Triple Alianza formada por México-Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba cuando arribaron los españoles al continente americano.
Biografía de Moctezuma Xocoyotzin
El tlatoani, arriba en la escalera social
Proveniente de una larga dinastía familiar, el tlatoani era la cabeza de la sociedad mexica y era elegido por los pipiltin o nobles. En el caso de Moctezuma Xocoyotzin, fue el noveno en la línea de sucesión iniciada por Acamapichtli.
Además del linaje, el tlatoani debía poseer cualidades de líder, como la prudencia y la eficacia en el ejercicio del poder, ya que prácticamente tomaba decisiones en todos los ámbitos del gobierno, incluidas las importantes campañas militares que ampliaban el poderío del imperio; así como los asuntos públicos, la impartición de justicia y las obras públicas.
También, su presencia era esencial en los múltiples rituales religiosos, pues era considerado representante de las deidades.
Los privilegios del tlatoque
Los tlatoque mexicas, como Moctezuma Xocoyotzin y sus antepasados, compensaron la gran cantidad de responsabilidades que tenían disfrutando una vida de opulencia entre palacios, jardines y casas de descanso, atendidos por sirvientes, degustando manjares y portando atuendos ricamente adornados con oro, plata, piedras preciosas y plumas.
Finalmente, cuando el tlatoani fallecía, se oficiaban fastuosas ceremonias y su cuerpo era incinerado con suntuosas ofrendas que daban cuenta de su relevancia social. Posteriormente, los pipiltin se reunían para elegir al nuevo gobernante, quien guiaría de por vida el destino de la hueitlatocáyotl o el gran estado mexica.
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