"Cuando el tecolote canta, el indio muere": el mito de un ave de mal agüero - México Desconocido
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«Cuando el tecolote canta, el indio muere»: el mito de un ave de mal agüero

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Tradicionalmente el tecolote es considerado un ave de mal agüero por las familias mexicanas. Te contamos porqué surgió este mito en torno a esta ave.

«Cuando el tecolote canta, el indio muere» es una de las frases que nuestras abuelas y abuelos utilizaban con temor cada que esta ave nocturna emitía su canto. Según los distintos mitos, su presencia era el heraldo que anunciaba que la muerte de alguien de la familia estaba cerca.

En las culturas prehispánicas, el tecolote, búho o lechuza tenía una amplia relación con la muerte y el nahualismo, e incluso llegó a representar a dioses inframundo.

El tunkuluchú: el ave que se venga de los mayas

Para los mayas el tecolote era conocido como tunkuluchú. Según su versión de la leyenda, esta ave era considerada la más sabia del reino de los pájaros. Aunque era muy introvertida, en una ocasión decidió asistir a una fiesta.

En cuanto las aves la vieron llegar con sus mejores plumas, le ofrecieron manjares y del vino maya balché para brindar. Como el tunkuluchú no solía beber, inmediatamente se embriagó junto con el resto de las aves.

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Balché maya

Debido a que las aves hacían mucho ruido con sus risas y bromas, un joven maya se percató de la fiesta y decidió unirse. Al igual que las aves, el maya también bebió balché, se emborrachó y comenzó a hacer bromas. Sin embargo, decidió ensañarse contra el tunkuluchú a quien comenzó a ridiculizar frente al resto de los pájaros, con lo cual también destruyó su reputación.

Como venganza, el tunkuluchú decidió vengarse de todo el género humano. Para ello se dedicó a recorrer los cementerios hasta reconocer con agudeza el olor de la muerte. Desde entonces se dice que el tunkuluchú canta con intensidad cuando percibe el olor de alguien cuya muerte está cercana.

El tecolote, un nahual de mal agüero

Para la cultura mexica el tecolote -como ave del mal- tenía una relación directa con el orden cósmico. El sentido de su existencia se remonta hasta la «Leyenda de los Soles», donde Quetzalcóatl y su hermano gemelo o nahual Xolótl roban los huesos-semilla de la humanidad del inframundo.

Tras moler los huesos con tierra, Quetzalcóatl adhiere sangre de su miembro para formar el cuerpo humano. Sin embargo, el movimiento del cuerpo emerge de un calor proveniente del corazón, mismo que en náhuatl se conoce como tonalli. A su vez, el tonalli es producto en algunos casos del maíz, otras de la tuna e incluso del sol.

Derivado del tonalli, cada ser humano nace con un ser espiritual que lo acompaña, ya sea vegetal, animal o natural, a dicho ser se le conoce como nahual. El nahual también es el ser espiritual en el que un humano puede convertirse, dicha palabra náhuatl puede ser traducida como «abrazarse a sí mismo», «piel» o «secreto».

Por otra parte, el nahual es capaz de transformarse en distintos seres para poder acudir en la ayuda de su compañero terrenal, sin embargo, no todos los seres humanos son capaces de llamarlo. Pese a que el nahual mexica tiene una función benefactora, como todo en el mundo prehispánico tiene su contraparte.

Los nahuales malditos

Del mismo modo que Quetzalcóatl poseía a su nahual filantrópico Xolótl, Tezcatlipoca poseía a su nahual conocido como Hacha Nocturna (Youaltepuztli). Pese a que Tezcatlipoca no puede ser equiparado con el demonio cristiano, ciertamente su naturaleza era hacer el mal.

Hacha Nocturna era un ser decapitado que espantaba a las personas en las noches.

Por su parte, Hacha Nocturna está clasificado dentro de los hombre-búho o tlacatecolotl, un nahual que gusta de embrujar, hacer el mal o traer malos presagios. Debido a la naturaleza no humana tanto de Hacha Nocturna como de Xolótl, se puede deducir que dichas entidades no requerían de ser la contraparte de un ser terrestre; pese a que existieran derivadas de un brujo o un sacerdote benéfico.

Sin embargo, por su naturaleza nocturna, el tecolote siempre fue percibido como un nahual generador del mal, pues esa es su naturaleza. Desde entonces se dice que cuando un búho ronda a una casa mexicana, hay que ahuyentarlo con regaños para evitar que desencadene una desgracia. Si por el contrario, el «tecolote canta, el indio muere.»

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autor Filósofo por formación. Contempla el alma e imaginación de México.
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