San Luis Potosí: Una escapada de fin de semana
Pasa un increíble fin de semana en esta ciudad colonial.
Conoce San Luis Potosí, una hermosa y señorial ciudad capital declarada Patrimonio Histórico en 1990 y que se caracteriza por sus ricas construcciones barrocas de cantera que destacan del elegante estilo neoclásico que predomina en su arquitectura.
Visitamos la hermosa ciudad de San Luis Potosí, capital del estado del mismo nombre que se caracteriza por las ricas construcciones barrocas que destacan del estilo neoclásico que predomina en el centro de la ciudad, la cual fue declarada Patrimonio Histórico en 1990.
En años pasados se realizaron trabajos de remozamiento, sobre todo en sus calles peatonales y en las fachadas de algunas casonas. El pavimento y el adoquín de las calles y las aceras fueron reparadas, por lo que el recorrido durante tu visita será seguro y gratificante.
La ciudad de San Luis Potosí se localiza a 613 km de la ciudad de México y se llega por la carretera federal núm. 57.
Un viernes en San Luis Potosí
Una vez instalados, salimos a cenar. Sobre la mencionada avenida hay una amplia variedad de restaurantes para todos los gustos. Decidimos ir directamente a Cielo Tinto, a dos cuadras del hotel rumbo al centro.
Cielo Tinto es una casona del siglo XX en el corazón de San Luis Potosí, con un concepto único y tradicional. Esta diseñado para que pases un increíble rato a cualquier hora del día ya sea desayunando exquisitas creaciones en la terraza de la casa o degustando platillos típicos de SLP con un toque innovador en las noches bohemias con música en vivo.
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Sábado histórico en SLP
Después de un tranquilo y reparador descanso, estamos listos para explorar la ciudad de San Luis Potosí. Nos dirigimos al centro, a la Plaza de armas, para desayunar en La Posada del Virrey, uno de los restaurantes de mayor tradición en San Luis Potosí.
Ahí, desde temprano se reúnen los cafeteros y los amigos para hablar de sus cosas, de las noticias del día y cambiar el mundo. “Convivir” con ellos es penetrar en un ambiente propio de las ciudades pequeñas.
En el segundo piso hay una colección de fotografías antiguas y así nos enteramos que a esta casona se le llama Casa de la Virreina o “de la Condesa”, porque aquí vivió doña Francisca de la Gándara, quien fuera esposa de don Félix María Calleja y, por ende, la única “virreina” mexicana.
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Como ya estábamos en el centro, iniciamos nuestra exploración en la catedral metropolitana, hermoso recinto que combina los estilos barroco y neoclásico. Está compuesta de tres naves y presenta vitrales e imágenes de mármol de Carrara dignas de apreciarse a detalle, además del altar.
Después, enfrente de la plaza, visitamos el Palacio Municipal, del siglo XIX, que antiguamente albergó las Casas Reales, y que durante algún tiempo fue la residencia episcopal. Al subir la escalera observamos un bello vitral del escudo de la ciudad.
Al otro lado de la plaza se ubica el Palacio de Gobierno, cuya construcción se inició a finales del siglo XVIII. Es un amplio recinto que ha sufrido modificaciones a lo largo del tiempo. En la planta alta hay varios salones que se pueden visitar, como el de los Gobernadores, el de Recepciones y la Sala Hidalgo.
Sobresale una habitación, tipo museo, con figuras de cera de Benito Juárez y de la princesa de Salm-Salm que representan la escena en que ésta de rodillas le pide al presidente el indulto a Maximiliano de Habsburgo, y Juárez se lo niega. Este es un pasaje de la historia nacional que tuvo lugar exactamente en este palacio de San Luis Potosí.
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Dirigimos nuestros pasos a la Plaza del Carmen donde queríamos visitar tres puntos de interés. Lo primero que llama la atención es el Templo del Carmen, de inigualable estilo churrigueresco en su fachada; en su interior se combinan el barroco, el plateresco y el neoclásico.
Data de mediados del siglo XVIII y albergó a la orden de los carmelitas descalzos. A la izquierda del altar se encuentra la suntuosa portada de estilo plateresco acabada de argamasa que da paso al camarín de la Virgen –orgullo de todos los potosinos–. Este recinto es una capilla en forma de concha recubierta de hoja de oro. Una maravilla.
Proseguimos nuestra exploración en el Teatro de la Paz en cuyo interior podemos admirar algunas figuras de bronce y murales en mosaico. Para tomar un descanso entramos al café del teatro, justo en la esquina, y saboreamos un buen capuchino para recobrar energías.
Estando en el café nos enteramos de que hay un cuarto sitio que habremos de visitar y que no formaba parte de nuestro programa: El Museo de las Tradiciones Potosinas.
Este museo, prácticamente desconocido en San Luis Potosí, se encuentra a un lado del templo del Carmen y consta de tres pequeñas salas, en las que destacan las representaciones de algunas cofradías durante el desfile de la famosísima procesión del silencio, que se lleva a cabo la noche del viernes de Semana Santa.
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Por último, entramos al Museo Nacional de la Máscara, el cual se encuentra enfrente del teatro. La casona que lo alberga es de estilo neoclásico, recubierto de cantera como casi todo el centro histórico de la ciudad. En su interior disfrutamos de una infinidad de máscaras procedentes de muchos rincones del país, vale la pena conocerlo.
Al concluir la visita nos percatamos de que el ajetreo había disminuido. San Luis Potosí descansaba, era la hora de la siesta, y a nosotros no nos quedó más remedio que hacer lo mismo. Buscamos un lugar donde comer. En la calle Galeana número 205 encontramos el Restaurante 1913, que se localiza en una casona rehabilitada hace pocos años. Ahí sirven comida mexicana de distintas regiones, y como entremés pedimos chapulines oaxaqueños.
Luego de descansar un rato en el hotel, renovamos el ánimo de conocer más de esta sorprendente ciudad. Regresamos al centro histórico y vamos directamente al complejo del Ex-convento de San Francisco. Primero entramos al Museo Regional Potosino porque nos enteramos que cierra a las siete. En la planta baja admiramos objetos prehispánicos, sobre todo de la cultura huasteca.
En una de las salas destaca la figura del “adolescente huasteco”, descubierta en el sitio arqueológico El Consuelo, en el municipio de Tamuín.
En el segundo piso descubrimos una capilla, única en su género en el país por encontrarse, precisamente, en un segundo piso. Es la Capilla de Aranzazú de majestuoso estilo barroco. En la parte exterior de esta capilla, sobre la Plaza de Aranzazú, se encuentra otro orgullo de SLP: un ventanal de estilo churrigueresco sin igual.
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Para digerir todo lo que hemos visto hasta ahora, nos sentamos en una banca del bucólico Jardín de san Francisco, conocido como “Jardín Guerrero”. La tarde va cayendo y empieza a refrescar. La gente pasea sin prisa, disfrutando del momento mientras las campanas doblan llamando a misa. Antes de que inicie la misa en la iglesia de San francisco, entramos para admirar otra de las joyas barrocas de la ciudad.
Los óleos y el decorado son bellísimos, al igual que un exvoto de cristal, en forma de carabela, que pende de la cúpula. Sin embargo, nada se compara con las riquezas dentro de la sacristía. Con un poco de suerte puede visitarla, ya que por lo general está cerrada.
Después de todo un día explorando las hermosas calles de San Luis Potosí, buscamos un lugar apacible para cenar. El día terminó y nos fuimos a descansar.
Domingueando en San Luis Potosí
Por las prisas de salir a recorrer la ciudad de San Luis Potosí, ayer no tuvimos tiempo de disfrutar de las panorámicas desde lo alto del hotel. Hoy lo hacemos y nos damos cuenta que San Luis es una ciudad sobre una planicie, rodeada por cerros.
Desayunamos en La parroquia, otro lugar típico de SLP, ubicado enfrente de la Plaza fundadores, por la Avenida Carranza. Las enchiladas potosinas son un platillo obligado.
Caminamos hacia el sur por la calle Zaragoza, la arteria peatonal más larga del país, que luego se convierte en la calzada Guadalupe, para conocer uno de los iconos de la ciudad: La Caja de Agua, monumento de estilo neoclásico inaugurado en 1835; en sus orígenes abastecía de agua proveniente de la Cañada del Lobo; hoy es un punto que todo visitante debe conocer.
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Cerca de ahí se encuentra El Reloj Español. Se trata de una donación hecha a la ciudad por la comunidad española a principios del siglo XX. A través de un vidrio en la base del pedestal se observa la maquinaria de tan singular reloj.
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Continuamos hacia el sur por el camellón peatonal de la arbolada calzada, hasta llegar al Santuario de guadalupe, también conocido como “Basílica Menor de Guadalupe”.
Este recinto, terminado en 1800, bien vale la pena apreciarse a detalle porque es una de las mejores muestras de la transición entre el estilo barroco y el neoclásico. Ahí se encuentra un exvoto de cristal similar al que vimos ayer en la iglesia de San Francisco.
De regreso tomamos otra calle para conocer la plaza y el Templo de San Miguelito, el barrio más tradicional de la ciudad, aunque no el más antiguo, ya que tanto el de Santiago como el de Tlaxcala fueron fundados en 1592, y el de San Miguelito en 1597. Originalmente se llamó barrio de la Santísima Trinidad, y en 1830 tomó su nombre actual.
Durante todo el paseo hemos disfrutado de la arquitectura local en las casonas con sobrias fachadas y ventanales de herrería. Todo muy bien conservado.
Como no queremos terminar nuestra visita y quedarnos con la curiosidad, tomamos un taxi para recorrer el Parque Tangamanga, otro orgullo de San Luis Potosí.
Se trata de un lugar para esparcimiento que cuenta con instalaciones deportivas, desde pistas para trotar, campos de futbol y pistas para bicicleta y motocross, hasta campos de tiro con arco. Hay también viveros, dos lagos artificiales, juegos infantiles, palapas con asadores, dos teatros, un observatorio con su planetario, el balneario Tangamanga Splash, y el Museo de Artes Populares.
La visita a San Luis concluyó con la enorme satisfacción de haber conocido muchísimas cosas en tan poco tiempo. Sin embargo, sentimos que apenas y dimos un vistazo a una ciudad que tiene grandes rincones y secretos esperando al visitante. Nos faltó, entre muchas otras cosas, el recorrido en el camión turístico, pero será para la próxima ocasión.
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