Crean templos para Tonantzin Cihuacóatl y los otros dioses mexicas
En la actualidad, en diferentes sitios de la Zona Metropolitana del Valle de México, han aparecido altares y templos modernos dedicados a los dioses mexicas ¡Descubre más al respecto!
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El fenómeno de lo religioso es una constante de toda sociedad humana, la cual va cambiando a lo largo del tiempo. México no es ajeno a ello. Si bien el cristianismo católico ha sido la creencia predominante en el país durante siglos, desde hace décadas nuevos cultos se han abierto paso entre los mexicanos. Recientemente, altares y templos dedicados a los antiguos dioses mexicas se han alzado en diferentes sitios de la Zona Metropolitana del Valle de México, como en Ciudad Neza ¿Por qué?
La constante del imaginario prehispánico
Desde la independencia de México y su consolidación como estado-nación durante el siglo XIX, el imaginario del pasado prehispánico ha estado presente entre diferentes sectores del país, sobre todo como elemento de poder. Esto se debía sobre todo, a la necesidad del joven estado de forjar una identidad y por ende, de crear un pasado mítico que lo legitimara y que diera cohesión a su población.
Si bien, mucha de esta imaginería y simbolismo pasó a través de una evocación neoclásica de los mexicas y otros pueblos mesoamericanos, no sería hasta la Revolución que lo prehispánico tomaría una presencia relevante en toda la sociedad, especialmente entre los sectores populares que lo tomaron como signo de arraigo nacional.
Esto se debió sobre todo al indigenismo, movimiento que pretendió reivindicar a los pueblos indígenas de México, empezando por aquellos del pasado. Su auge se vivió en el muralismo mexicano, en el interés por sitios arqueológicos mesoamericanos, así como en diferentes proyectos de investigación antropológica y programas educativos para las comunidades originarias del país.
Es así que empezó la estrecha vinculación de la sociedad mexicana con el pasado prehispánico (particularmente con los mexicas), como símbolo de origen e identidad. En la actualidad, el internet y los memes han reforzado esta asociación, con tendencias como las del dios Tláloc y las lluvias que azotan al país.
Lo religioso y los dioses mexicas
Es cierto que diversos elementos de la civilización mesoamericana perviven en nuestra sociedad así como entre los diferentes pueblos indígenas del país. Sin embargo, éstos tienen un significado totalmente distinto al que poseían en aquellas antiguas culturas. El principal de aquellos componentes es el religioso, en el cual, a través del sincretismo con el cristianismo de la iglesia católica, ha traído a nuestro presente prácticas religiosas con siglos de historia. El mejor ejemplo de ello es la Virgen de Guadalupe.
Por otra parte, el New Age y sus eclécticas creencias espirituales, ha pretendido retomar elementos «originales» de la religiosidad prehispánica, en prácticas como las del uso terapéutico del temazcal, por citar un ejemplo. Sin embargo, esta asociación descontextualiza y a veces tergiversa elementos históricos del mundo mesoamericano, con ideas extravagantes como los extraterrestres y los «hermanos cósmicos».
Finalmente, la crisis que vive hoy en día la iglesia católica en México y en el mundo, ha generado que la gente se aleje de ella. De esta manera, se ha creado una brecha en la cual, en contextos de violencia, de necesidad económica o de trabajos peligrosos, han surgido cultos que retoman componentes católicos vinculados a nuevas creencias, los cuales desde el dogma eclesial se pueden considerar heréticas. Ejemplo de ello son la veneración por el Niño Fidencio, Malverde o la Santa Muerte, siendo ésta asociada a la deidad mexica de Mictlantecuhtli.
Los nuevos teocallis para los dioses mexicas
Teniendo en cuenta el amplio y complejo contexto expuesto, resulta más comprensible porque recientemente han aparecido altares y templos dedicados a algunas deidades mexicas. La necesidad de expresar un sentir religioso en circunstancias de incertidumbre, así como el arraigo de identidad popular en el imaginario sobre el mundo tenochca, han propiciado que se erijan estos nuevos teocallis como signos del retorno a un origen mítico y religioso.
En Ciudad Nezahualcóyotl, aprovechando el nicho vacío de un santo, se levantó un altar para la diosa Tonatzin Cihuacóatl. Ella era la protectora de los mexicas, una brava guerrera, patrona de las parturientas y la maternidad. Rápidamente la presencia de esta deidad en la entidad mexiquense, ha causado revuelo en las redes sociales.
Este adoratorio se une al de Mictlantecuhtli, en Chimalhuacán y al Templo Mayor en miniatura de Atizapán. Por si fuera poco, este nuevo repertorio de espacios religiosos se suma al pequeño templo dedicado a Temazcalteci en Catemaco, Veracruz, y a la pirámide dedicada a Guadalupe Tonantzin en Huitziltepec, Puebla. Nos nos debe sorprender que en estos sitios, imbuidos en dinámicas sociales de contrastes, surjan cultos que honren a los antiguos dioses de los mexicas. En ellos, la gente celebra ceremonias neo-mexicanas, a fin de propiciar una nueva relación con la naturaleza y lo numénico, con la esperanza de recibir auxilio para su vida personal y comunitaria.
De esta forma, queda claro que la religiosidad en México y otros países, es mucho más flexible de lo que solemos imaginar. Además, la identificación popular con el panteón nahua y tenochca hace que estas nuevas expresiones espirituales adquieran una forma que pretende evocar al antiguo mundo mesoamericano.
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