Los Batallones Rojos: cuando los obreros tomaron las armas durante la Revolución Mexicana
Nacidos de un pacto entre la Casa del Obrero Mundial y Venustiano Carranza, los Batallones Rojos fueron huestes obreras movilizadas a diferentes plazas del país, para combatir a zapatistas y villistas durante la lucha de facciones en la Revolución Mexicana.
La Revolución Mexicana fue una auténtica conflagración de grandes proporciones. Movilizadas por ideales, intereses, fines políticos o sociales, miles de personas dieron su vida en los incontables campos de batalla que asolaron al país durante aquella época. Tras derrotar a Victoriano Huerta, las facciones revolucionarias se vieron inmersas en una lucha fratricida para determinar que gobierno y que estado sería el que se establecería en México. Es en este contexto que aparecieron los Batallones Rojos, huestes compuestas exclusivamente por obreros.
El origen de los batallones rojos
Los Batallones Rojos tienen su origen inmediato en un pacto celebrado entre la Casa del Obrero Mundial y Venustiano Carranza, el 10 de febrero de 1915 en la Ciudad de México. Para aquellos momentos, el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista necesitaba reforzar sus huestes, ya que la lucha contra las fuerzas de la facción convencionalista, conformada por las tropas de Francisco Villa y Emiliano Zapata, eran numerosas y ocupaban amplios territorios del país. Esto dejaba a los carrancistas prácticamente recluidos en Veracruz. Además, el caudillo de Cuatro Ciénegas no era muy popular entre la población, y necesitaba urgentemente de ese apoyo.
La Casa del Obrero Mundial
Por otro lado, desde el inicio de la Revolución Mexicana, los obreros habían participado activamente en la lucha. Su antecedente directo fueron las huelgas de Cananea en 1906 y Río Blanco en 1907. Muchos de ellos ya tenían experiencia organizativa gracias a su militancia en el magonismo. Es así que para el 22 de septiembre de 1912, guiados por ideas anarco-sindicalistas, obreros mexicanos y exiliados españoles de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), fundaron en la capital del país la Casa del Obrero Mundial. Esta se convirtió en una central donde se formaron y fortalecieron muchos sindicatos que defendieron la lucha obrera.
A pesar de que Victoriano Huerta había ordenado clausurarla en 1914, los trabajadores lograron re-abrirla poco tiempo después. Urgidos de un espacio político que les permitiera reivindicar sus ideales de justicia social y laboral de forma amplia, los dirigentes de la Casa del Obrero Mundial vieron en el pacto con Carranza la oportunidad idónea para ello. También hay que comentar que muchos de sus miembros no estuvieron de acuerdo con la alianza. Les pareció una traición al ideario anarquista de la organización. Esta discrepancia se debía sobre todo, a que serían movilizados para luchar contra los soldados-campesinos de Villa y Zapata.
Los Batallones Rojos en acción
A pesar de la reticencia de varios de sus miembros, la Casa del Obrero Mundial movilizó en ferrocarril, un contingente de 8 mil trabajadores. Su destino fue la ciudad de Orizaba, Veracruz, e incluyó el transporte de sus familias. Allí la organización estableció un centro de reclutamiento y de adiestramiento castrense. Tuvieron el apoyo sindical de la región fabril de Orizaba-Río Blanco y las autoridades carrancistas. Es así que se formaron al fin, los famosos Batallones Rojos.
El primer batallón, conformado por trabajadores de la fábrica nacional de municiones, fue movilizado a la batalla de El Ébano, en San Luis Potosí. Allí combatieron al villista Tomás Urbina. El segundo Batallón Rojo fue enviado a la Huasteca veracruzana. Los tercero y cuarto batallones, compuestos por carpinteros, pintores, sastres y canteros, fueron asignados a la batalla de Celaya, en la cual el general Álvaro Obregón derrotó definitivamente a Pancho Villa. Los Batallones Rojos quinto y sexto, de tipografos, albañiles y maquinistas, se quedaron en Orizaba y Xalapa, donde lucharon contra los zapatistas. Un batallón extra fue formado en Guadalajara, Jalisco, el cual se distinguió en diversas acciones de armas contra los villistas.
Legado de los Batallones Rojos
De acuerdo al historiador franco-mexicano Jean Meyer, los Batallones Rojos tuvieron un total de 66 bajas, de los 3,100 hombres que movilizaron a los teatros de combate. La alianza obrero-carrancista permitió expandir la causa trabajadora por el país. Pero también es cierto que generó fricciones y divisiones entre los mismos obreros.
Esta pugna se dio sobre todo en Río Blanco. Escenario de la histórica huelga de 1907, sus sindicalistas desde el inicio se opusieron al pacto y a ser reclutados. Para cuando se formaron los batallones, muchos de ellos tuvieron desencuentros con los trabajadores orizabeños, debido a la divergencia ideológica y política.
Por otro lado, muchos historiadores han explicado que la decisión de la dirigencia de la Casa del Obrero Mundial de apoyar a Carranza, se debió precisamente a un ideario anarquista exacerbado. Una de sus características era el anti-clericalismo y el ánimo anti-religioso. Al ver a los zapatistas desfilar con banderas de la Virgen de Guadalupe, estos líderes los vieron como una facción reaccionaria y atrasada respecto a la lucha obrera. Lo contradictorio, es que los campesinos de Emiliano Zapatista llevaron a la práctica muchas ideas anarquistas. Entre ellas estuvo la expropiación de la tierra, o la organización comunitaria y autogestiva.