Peregrina, la historia de amor entre Felipe Carrillo Puerto y Alma Reed
Alma Reed es quien inspiró la canción Peregrina, un encargo del gobernador de Yucatán y héroe de la Revolución Mexicana, Felipe Carrillo Puerto; al gran poeta Luis Rosado Vega y al maestro de la trova Ricardo Palmerín, como muestra de su amor.
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Peregrina es una canción de 1922 del maestro de la trova Ricardo Palmerín, cuya letra fue un encargo que el gobernador de Yucatán Felipe Carrillo Puerto, hizo como regalo para la periodista Alma Reed, corresponsal del New York Times, quien se encontraba en la península cubriendo la reconstrucción de las zonas arqueológicas.
En 2023, Peregrina, pieza icónica de la trova yucateca, cumple 100 años de existir. La letra de la canción Peregrina es una cátedra en el campo de la lírica romántica en cada uno de sus versos, inspiración del poeta yucateco Luis Rosado Vega. Su música, es uno de los más grandes ejemplos de técnica, sentimiento y pasión que podrían encontrarse en el género de la trova, bajo el cargo del maestro Ricardo Palmerín.
Todo lo necesario para que naciera una canción inmortal, como la historia detrás de su creación. Un amor digno de retratarse para la eternidad, que cuenta cómo una joven y feroz activista social, corresponsal del New York Times en Yucatán, México, se enamoró del «Dragón Rojo de los ojos de jade»; entonces gobernador de las tierras del Mayab y antiguo guerrero revolucionario, quien quedó perdidamente enamorado de ella desde la primera vez que la vio.
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Peregrina, de Ricardo Palmerín, Luis Rosado Vega y Felipe Carrillo Puerto
Te recomendamos leer la historia de La Peregrina mientras escuchas la canción que el gobernador de Yucatán, Felipe Carrillo Puerto, mando a crear en honor a su amada Alma Reed, periodista del New York Times que llegó para cubrir la reconstrucción de Chichén Itzá y encontró en el amor las mágicas tierras del Mayab.
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Felipe Carrillo Puerto, caudillo, revolucionario y gobernador de Yucatán
Felipe Carrillo Puerto fue uno de los personajes más importantes de la historia de México, específicamente para la región de Yucatán. Nació el 8 de noviembre de 1874 y fue un bravo defensor de los derechos de los indígenas maya, participó activamente en causas socialistas a lo largo de toda su vida, siempre en búsqueda de la justicia y el equilibrio social.
Felipe Santiago Carrillo Puerto fue repartidor de ganado, conductor de trenes, arriero de mulas, periodista y posteriormente, se acercó al estado de Morelos; atraído por las acciones agrarias de Emiliano Zapata, junto a quién peleo en la Revolución Mexicana, participando en la repartición de tierras de aquél estado.
Después de regresar a Yucatán y comenzar una vida política activa, Felipe Carrillo Puerto trabajó con un enfoque socialista; comenzando una verdadera revolución en la península, en casi todos los campos de interés social y crecimiento económico. Después de ser diputado federal, escaló entre varios puestos y títulos políticos hasta llegar a ser gobernador del estado de Yucatán en 1922.
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Algunas de las aportaciones de Felipe Carrillo Puerto a Yucatán
Tradujo la constitución al maya oralmente para los pueblos indígenas toda su vida, para informarles de sus derechos y así, pudieran luchar por defenderlos. Promovió el inició de la sindicalización obrera en Yucatán. Durante su gobierno se repartieron 664 mil 835 hectáreas, beneficiando a más de 30 mil familias.
Fundó la Comisión Local Agraria, Socializó la producción de los ejidos, restauró zonas arqueológicas y conectó a los poblados a través de nuevos caminos. Instauró el salario mínimo en Yucatán, promulgó leyes de prevención social, del trabajo, el inquilinato; acerca del divorcio, promocionó el control natal, instauró las bodas y los bautizos comunitarios.
También creo cooperativas de producción y consumo, abrió alrededor de 420 escuelas públicas, fundó la Universidad Autónoma de Yucatán; entre muchos otros adelantos sociales y económicos para la época.
Ya siendo gobernador, Felipe Carrillo Puerto conoció a la periodista estadounidense Alma Reed en 1923. Ese año , la corresponsal del New York Times cubría uno de los más importantes eventos arqueológicos en México hasta ese momento: La restauración de las zonas arqueológicas de la región Maya.
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La Peregrina, Alma Reed
Alma Marie Prescott Sullivan Reed nació en 1889 en San Francisco, California; dentro de una familia irlandesa – escocesa. Fue una ferviente defensora de los derechos humanos e incansable trabajadora por la justicia. Estudió Historia y Arqueología en la Universidad de Nápoles, en Italia, también estudió literatura clásica en la Universidad de Grecia.
A los 24 años, como periodista del San Francisco Hall, comenzó una columna dedicada a los sectores marginados de la población. Su trabajo social la llevó al caso de Simón Ruiz, un mexicano menor de edad y acusado de homicidio; a quién logró salvar de su sentencia. A partir de entonces, se promulgó una ley en el estado de California que prohibió la pena de muerte para menores de edad.
La noticia de su hazaña llegó a oídos del entonces presidente de México, Álvaro Obregón, quien la invitó a visitar el país en 1922. Debido a su espíritu aventurero, Alma Reed viajó desde Ciudad Juárez hasta la Ciudad de México, lo que, además de ser toda una proeza para una mujer sola en aquella época; le dio la oportunidad de ver buena parte del hermoso territorio nacional.
Alma Reed pudo conocer a México, su historia y su cultura, enamorándose poco a poco de un país que atravesaba por un cambio crucial para su política y sobre todo, para su sociedad; derivado de la Revolución Mexicana.
Con este suceso histórico tan fresco, Alma Reed conoció al muralista mexicano José Clemente Orozco, mientras este pintaba sobre los muros de la Escuela Nacional Preparatoria, antiguamente el Colegio de San Ildefonso. Su relación personal y profesional rindió tales frutos, que Reed fue crucial para el reconocimiento de José Clemente Orozco en Estados Unidos.
Las primeras impresiones de Alma Reed en México fueron inmortalizadas en el periódico Excélsior, donde clamó:
“México debería ser la meca de los artistas del mundo. Aquí, cada objeto y cada escena es razón suficiente para el arte y la belleza”
Alma Reed, periodista del New York Times, para el Excélsior en 1922.
Adolph Ochs del New York Times, le prometió a Alma Reed que volvería a visitar México, para cubrir la expedición que el Instituto Carnegie llevaría a cabo en Chichén Itzá, bajo la tutela del arqueólogo Sylvanus Morley.
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El primer encuentro de Reed y Carrillo Puerto
Alma Reed y Felipe Carrillo Puerto se conocieron el Día de San Valentín de 1923, durante una recepción organizada para los yucatólogos, denominados así por el humor y la prensa local.
En algunas de las cartas y declaraciones de Alma Reed rescatadas a lo largo del tiempo, existen una narración de su primer encuentro con Carrillo Puerto y cuentan que la periodista, después de conocer a quien llamaban el Dragón Rojo de los ojos de jade, se acercó a general brigadier William Barclay Parsons, Ingeniero de vías férreas, miembro de la junta directiva del Instituto Carnegie y creador del tren subterráneo de Nueva York, para comentarle la sorpresivamente embriagadora primera impresión que tuvo del gobernante maya.
Reed cuenta que Parsons le dijo “Este es sin duda, el dragón rojo más atractivo que yo haya visto en cualquiera de mis safaris ¿A usted qué le pareció, jovencita?”. En sus cartas, Alma Reed cuenta que sin dudarlo, le respondió:
Alma Reed, la Peregrina, sobre Felipe Carrillo Puerto, el Dragón Rojo de los ojos de jade.
“Él es mi idea de un dios griego”.
Desde su primer encuentro, ambos quedaron enamorados uno del otro; lo que no se molestaron en ocultar y se convirtieron en una feliz pareja. Fue una tarde de verano en el lejano año de 1923; que Felipe Carrillo Puerto encargó una canción para su amada, al poeta Luis Rosado Vega.
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Nace la Peregrina, una canción de amor
Según el autor de la letra de la canción Peregrina, Luis Rosado Vega, poeta, escritor, periodista y político mexicano oriundo de Chemax, Yucatán; la canción nació una fresca tarde de verano en el año de 1923 a petición del gobernador Felipe Carrillo Puerto y de una genuina admiración por Reed.
Luis Rosado Vega, cuenta que acababa de llover y la noche se sentía próxima y fresca. Transitaban por el suburbio de San Sebastián hacia la casa del maestro Filiberto Romero, entonces director de la Escuela de Música de Yucatán; cuando la bella periodista norteamericana exhaló profundamente, señalando el dulce aroma del ambiente. En su declaración, el poeta dice que respondió con la galantería que en cualquier caballero, hubiera despertado la simple presencia de Alma Reed. Le dijo:
Todo perfuma, porque usted va pasando.
A lo que Felipe Carrillo Puerto señaló “Eso lo vas a decir en un poema”. El artista y periodista cuenta que le respondió que sería mejor una canción, a lo que el mandatario yucateco le tomó la palabra.
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La Peregrina, de Ricardo Palmerín
Luis Rosado Vega tenía una entrañable amistad con el maestro de la música Ricardo Palmerín, afamado autor y compositor de trova yucateca. Acerca del momento exacto en el que la canción nació; tal vez sea mejor que la misma Alma Reed, en una de sus cartas rescatadas de su autobiografía, cuente cómo fue la vez que el gobernador de Yucatán, Felipe Carrillo Puerto, encargó una canción para ella.
“Cuando salimos del Museo Arqueológico con rumbo a la pequeña fonda ubicada lejos del Paseo Montejo y en un ambiente tropical —Felipe la recomendaba ampliamente por su extraordinario pollo p’bil y por sus sorbetes, que eran mis preferidos- el poeta me dijo que también tenía una sorpresa para mí.
‘Espero que la sorpresa le agrade’ me dijo. Es una canción compuesta con cariño y admiración. Desde el momento en que nos conocimos supe que debía escribirle una canción. Pero sólo me corresponde la mitad del crédito por el resultado de mi impulso. Verá, no tomé la decisión solo… En cuanto se me ocurrió esa idea, nuestro buen amigo aquí, Don Felipe, concibió la misma idea. Y en nombre de nuestro largo compañerismo, me suplicó que le escribiera y le dedicara a usted ‘la verdadera obra maestra’ de mi carrera.
No sólo me dio el título: La peregrina; sino que, durante estos días, en los que ha desahogado conmigo los pensamientos y sentimientos que tiene por usted, me ha provisto también, sin querer, con muchos de los matices y frases que la componen. Así que ahora, señorita Alma, usted va a ser la Peregrina; y, muy pronto, nuestras palabras van a tener acompañamiento musical.’
‘Sí, muy pronto’, añadió Felipe, rebosante de alegría ante la expectativa. Palmerín, el mayor compositor de Yucatán, ya está trabajando en la música. Ya conoces algunas de sus canciones: Mi guitarra, El rosal enfermo, Las golondrinas… las que Alfonso ha cantado para ti. Pero creo que Palmerín se va a superar a sí mismo con tu canción.’
“En cuanto nos sentamos en la mesa de la terraza de la fonda enmarcada por palmeras, le supliqué a Don Luis que recitara los versos de mi canción. Mientras leyó La peregrina de una hoja escrita a mano, me pareció escuchar en su voz ronca algunos de los matices nostálgicos de las serenatas en tono menor de Alfonso.
Cuando terminó, me entregó el manuscrito con una reverencia al estilo de la galantería española quijotesca. Leí de nuevo las frases que exaltan mis ojos ‘claros y divinos’, mis ‘labios purpurinos’, mi ‘semblante encantador’, y mi ‘radiante cabellera como el sol’ y; al igual que le hubiera sucedido a cualquier otra mujer joven en circunstancias similares, me sentí profundamente complacida de que el poeta, cuyo trabajo tanto admiraba, me hubiera descrito en términos tan resplandecientes.
Sin embargo, a pesar de los cumplidos y de las metáforas halagadoras, la canción misma no me hacía sentir alegre. No lograba comprender cómo era posible que esos sentimientos amorosos no despertaran una respuesta de dicha en mi corazón y cómo, en lugar de eso, me entristecía; pero pronto me di cuenta de que la alusión a una añoranza insatisfecha; la profecía implícita de la separación y el énfasis que ponía en las enormes distancias entre ‘la nieve virginal’ de mi ‘tierra lejana’ y los ‘palmares’ y ‘las flores de nectarios perfumados’ de la ‘tierra tropical’ de Felipe, evocaban la tristeza que se experimenta al separarse por siempre del ser amado.
Sentí ganas de llorar —aunque logré poner una sonrisa en mis labios— cuando comprendí que esas palabras mostraban la profunda resignación que se origina frente a la imposibilidad; y que la petición reiterada de Felipe en los últimos versos no hacía más que enfatizar: ‘No te olvides, no te olvides de mi tierra, no te olvides, no te olvides de mi amor’.
“Esa noche, fui con Felipe y Don Luis a la modesta casa de Ricardo Palmerín, ubicada en una colonia pobre de las afueras de Mérida. En un jardín fresco, iluminado por la luz de la luna, Felipe y yo nos sentamos debajo de unos naranjos en flor, en una banca frente a la puerta abierta del pequeño estudio austero del compositor.
Dentro, Palmerín estaba tocando un piano vertical y Don Luis estaba de pie, a su lado, escuchando con toda resolución las varias frases musicales que el teclado murmuraba en una rápida sucesión melódica. Pero ninguno de los muchos acordes hermosos resumieron; en los oídos sensibles de los dos jueces, la determinación ‘inevitable’ de que serían el tema de La peregrina.
El músico, un hombre bajito y corpulento —que por su expresión apacible, su porte sereno y su bigote negro arreglado parecía más un médico o un miembro de la profesión legal que un experto tejedor de la tela sutil del sonido etéreo—, aceptó sin despecho el veredicto desfavorable. De hecho, nos aseguró que el ánimo y el ritmo correctos estaban ya gestándose dentro de él y nos pidió que regresáramos después; Felipe le dijo que volveríamos en una semana».
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Alma Reed y Felipe Carrillo Puerto, el desenlace de un amor imposible
El amor entre Alma Reed y Felipe Carrillo Puerto ardió de tal manera, que se comprometieron y decidieron casarse en San Francisco, California.
Se dice que Pixán Halal, como Carrillo Puerto llamaba con amor a Alma Reed (tradujo su nombre al maya yucateco) ensayaba para el día de su boda cuando recibió la noticia que a su prometido lo habían fusilado el 3 de enero de 1924, como consecuencia del levantamiento que Adolfo de la Huerta (ex-presidente interino de México) había provocado, asesinando a todos los políticos de peso que apoyaban a su rival político Álvaro Obregón y al predilecto a la presidencia de este, Plutarco Elías Calles.
El destino de la Peregrina
Después de un terrible final, Alma Reed, la Peregrina, partió con el corazón roto hacia África, para escribir sobre unas excavaciones que un noble polaco llevaba a cabo en esas tierras. En 1927 encontró cobijo con una amiga de la infancia en Grecia; donde participó de manera activa en la restitución de la cultura griega a sus verdaderos herederos.
En 1928, Alma Reed se trasladó a Nueva York, en donde recibió un mensaje que decía que José Clemente Orozco se encontraba viviendo en Manhattan y estaba muy desanimado, pues no podía incursionar en el mundo artístico de la ciudad. Alma Reed ayudó a José Clemente Orozco a poner su primera exposición, para después comprar su propia galería y así, exponer las obras de su amigo y otros artistas mexicanos.
Alma Reed fue una apasionada por la cultura mexicana, una mexicana que nació en otro lugar del mundo. Dedicó su vida a hablar sobre México, sus raíces, su historia, el arte y la arqueología mexicana; sus libros Mexican Muralists (1961) y El Pasado Remoto de México (1966) son grandes ejemplos de su amor por nuestro país. En su vida también fue una apasionada por el Mundo Griego.
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En 1952, Alma Reed se quedó a vivir en México, esta vez para siempre. En 1961, se convirtió en la sexta mujer condecorada con la Órden del Águila Azteca; en reconocimiento a su contribución a la cultura mexicana durante casi medio siglo. Ese mismo año, fue aclamada con la Orden de la Beneficencia de la República Griega; reconociendo su crucial participación para el rescate de la Cultura Clásica Griega.
Alma Reed falleció el 20 de noviembre de 1966, curiosamente, en el aniversario de la Revolución Mexicana. Su amigo Joe Nash; periodista norteamericano radicado en México, dijo que esta fecha era precisamente la que Reed tenía en mente, para terminar su carrera de militante.
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El reencuentro de la Peregrina y el Dragón rojo de los ojos de jade
La vida y la historia de México separaron los caminos del conocido “Abraham Lincoln del Mayab” y la Peregrina; pero como solo podría pasar en una tierra tan mágica como Yucatán, la muerte los uniría de nuevo.
A petición suya, los retos de Alma Reed se depositaron frente a los de Felipe Carrillo Puerto en el espacio dedicado al prócer, en el cementerio general de Mérida, bajo la fresca sombra de un árbol. Cada vez que se celebra el Día de Muertos en Yucatán; es común ver arreglos florales en sus recintos y escuchar a la gente contar la historia de aquél amor que nació entre trova, romance y revolución.
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